22 noviembre 2010

EL GORRO DE BAÑO

Todo había transcurrido con absoluta normalidad: la misma desgana de cada mañana, pero la misma fuerza de voluntad; los mismos estiramientos, pero con el orden personalísimo de cada monitor. La ducha previa y…   ¡Me cachis! ¡Me falta el gorro! Pedro está acostumbrado a este tipo de olvidos y tiene una pequeña caja de recursos de donde me ofreció un gorro de baño. Subsanado el inconveniente, me lo coloqué y me lancé al agua. ¿Qué es esto? Sí, eran mis brazadas y la alternancia de mis piernas las que me trasladaban, pero no así mis pensamientos; como si hubiera sido poseído, me sentía regido por una mente extraña donde las ideas surtían agolpadas, anárquicas y a veces contradictorias, como sacadas de un mar de confusiones. Todo giraba en mi mente y nada me era propio; mi cuerpo rechinaba a las órdenes de una mente disparatada y desconocida, tal vez enloquecida por mandatos arbitrarios, donde todo venía como por aluvión sin orden ni concierto. Era mi cabeza, pero no era yo quien regía mi cuerpo. Sentí repulsión ante la posible posesión que padecía; no me reconocía en mis actos y menos aun en mis pensamientos. Por primera vez dudé de mi razón; me supe autómata; acataba las instrucciones que mandaba mi monitora desde el borde, mas no era yo quien las transfería a mis miembros. Una nebulosa de caos y complacencia me acompañaban de extremo a extremo de la piscina, y supe que una legión de usuarios que con anterioridad se habían puesto el mismo gorro sobrenadaban en mi mente. Cumplida la hora y cumplimentada la tabla, de nuevo los estiramientos, ahora dentro del agua. Ya fuera de ella, al despojarme del gorro y devolvérselo con palabras de agradecimiento a Pedro  -el monitor jefe-,  diestro en recursos, pareció como si al sacarme el gorro de la cabeza me hubiera despojado de un ejército invasor y volvía a ser el de siempre, si bien, desde aquel día, procuro no olvidarme jamás el gorro en casa.

3 comentarios:

  1. Buena reflexión, Francisco: Personalidades ajenas invadiéndonos a través de objetos usados... cosas más raras pasan sin que nos demos cuenta.Beso

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  2. En cuanto dejas una espita abierta a la "loca de la casa" no sabes por donde va a salir. y menos si toma una nave espacial prestada.
    Un abrazo

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  3. Jajaja! cuánto lo he disfrutado, después de que me hiciste angustiarme al leerlo. Muy buena entrada.
    Abrazo!

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