En un tiempo anterior todo
era distinto:
los niños jugábamos en la
calle
y nos fabricábamos la pelota
con trapos
o montábamos un corcel de
caña
que corría sin fatigarse;
merendábamos pan con
chocolate terroso
o con aceite y un poco de azúcar.
La calle era nuestra
hasta que se encendía el
alumbrado público,
en las casas más permisivas,
hasta algo más tarde.
A veces volvía a casa
alguien herido,
pero ¿quién dijo que fuera
gratis la toma del castillo
o sentar plaza en la era de
arriba?
Éramos un poco más salvajes:
nos subíamos a los árboles,
tirábamos piedras
y hasta hacíamos algún blanco
desafortunado:
llevo cerca de la coronilla
una cicatriz
de uno de esos infortunios
pasajeros.
Mis nietos, en cambio,
juegan al Fortnite
con alguien que también está
encerrado
no sabe dónde y hasta se
comunica en otro idioma.
En ese tiempo anterior éramos
menos refinados
y más callejeros, también
menos aplicados;
éramos producto de nuestro
tiempo
como sin duda mis nietos lo
son del suyo.
Se jugaba mucho en la calle. En las casas estorbábamos. Hoy los niños no juegan. Son las maquinitas las que juegan con ellos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Uno no sabe qué es mejor, pero sí sé que a los niños les viene bien el contacto con otros niños de su edad y no vivir entre algodones.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Me has recordado a mi infancia, yo también tengo una cicatriz de "guerra".Discrepo en lo de aplicados pues al menos en casa los estudios estaban por encima de todo y había que aplicarse mucho en ello al igual que en el respeto a los mayores, ser educados y tener buenos modales en todo....claro que a la hora del juego callejero y cuando nadie nos podía llamar la atención hacíamos de las nuestras.Saludos
ResponderEliminarMi caso es muy similar al tuyo, Charo. La hora, ya que no tenía reloj, era el encendido público para volver a casa.
EliminarUn abrazo.
Éramos salvajemente felices y libres.
ResponderEliminarYo tengo las huellas de un brazo quebrado y las rodillas marcadas de esas guerras que nos inventábamos y que resolvíamos con el abrazo de complicidad, cuando ya estabamos exhaustos, justo cuando mamá o papá nos llamaban para cenar.
Fuerte abrazo desde nuestra evocación fascinante.
Gracias por tu comentario, Sara, chica brava y valiente.
EliminarUn fuerte abrazo.