Sus ojos son de miel
transparente,
como agua profunda,
manantial de emociones
que no conocieron la
intemperie
sino el tibio candor de un
amanecer.
En el silencio pronuncia
oquedades
y arpegios de sombras;
un tenue escalofrío,
como rayo de luz a cielo abierto
recorre mi cuerpo y lo
agita.
Al atardecer, con la sed
que me ha dejado su mirada,
me hago un estuchado de
confites
y me quedo aguardando
con la impaciencia
de ver renacer de nuevo
la transparencia de sus ojos
de miel.
Ojos claros, serenos... Con ciertas miradas, uno se siente un trozo de mantequilla.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
No está a la altura de los de Cetina, Cayetano, pero llevan mi emoción como si sus versos fueran de calidad.
EliminarUn abrazo.
Ojos de miel... mirada dulce... pupilas que acarician... desde el silencio que se siente... hasta la luz de tus versos que iluminan...
ResponderEliminarHermoso poema... lleno de luz... mi admirado poeta...
Un placer leerte y dejar mis huellas.
Un beso enorme y feliz día.
Las espigas de tus manos se han Dorado(a) en mi hacienda y ahora es pan candeal que alimenta mi hambre lírica.
EliminarBesos, María.
Bellos versos a una intensa y profunda mirada.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo, por tu apoyo diario.
EliminarUn abrazo.