Las nubes eran el diagrama
de un presagio,
también el anciano que
remendaba redes
se dolía en su silencio
inclinado
mientras manejaba sus dedos
artríticos
con destreza y menor pericia
que tiempo atrás.
Marinero que no puedes faenar,
vara tus posaderas en la arena
y disponte a remendar.
El sol había pasado su cénit
cuando, de repente,
enmudeció el ritmo de toda
cadencia;
salieron despavoridas las
gaviotas
y una noche prematura vistió
de luto el anchuroso mar
y la playa quedó solitaria
. Una estampida, un caos.
Todavía sobrecogido y muy
confuso,
comenzó el estruendo de la
orquesta marina,
dirigida, sin dudas, por la
batuta del Averno,
y los vaticinio se hicieron tangibles
en la tempestad más fabulosa
que nunca presencié.
A la mañana siguiente, en el
desierto devastado
de las arenas, el
instrumento de alguna Sirena
que no pudo soportar tan
extremo dolor
por las miles y miles de
almas fagocitadas
en la tenebrosa aventura del
imperativo éxodo.
Tempestades para todos los gustos, colores y sensibilidades. Tenemos donde elegir. O tal vez alguien elige por nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco. Feliz domingo.
Yo no elegí la tempestad que me lleva es este naufragio, mi me basta con salir del mismo indemne, sino que ella sea salva.
EliminarUn abrazo.
No todas las tempestades llevan a pronunciar el réquiem.
EliminarY ninguna de las tempestades se eligen. Se lidia con ellas.
Pocas nubes y mucho sol para este domingo de finales de octubre.
Menos mal que después de una terrible tormenta viene la calma aunque a veces esa calma esté llena de secuelas.Saludos
ResponderEliminarEste es el caso, el de una calma sin templanza, perdidos en la oscuridad del aislamiento.
EliminarUn abrazo.
Temibles, pero ...hermosas. Cuando la naturaleza se desata, el hombre tiembla porque no sabe comprender.
ResponderEliminarEs muy difícil comprender un naufragio, Anna, aunque uno haya logrado asirse a un tablón que le acabe llevando a tierra.
EliminarUn abrazo,
Muchas gracias, Agnes.
ResponderEliminarUn relato bonito y tremendo. Como la vida misma. SAludos.
ResponderEliminarLo bello está también en el dolor y en el sufrimiento humano, pero a condición de que se haga algo por redimirlo. Gracias, Manuela.
EliminarUn abrazo.
Apocalíptico, por suerte, tras toda tempestad, vuelve la calma.
ResponderEliminarAbrazos
He padecido mi propia tempestad y he estado alejado del blog, pero detrás de la tempestad vuelve la calma, como bien dices.
EliminarMuchas gracias, Julia. Un abrazo.
NO debe ser nada cómodo estar en un naufragio, ya sea tabla o barca de salvamento. El mar puede ser terrorífico😘
ResponderEliminarEl mar es terrorífico, sin duda alguna; aunque a veces sea también placentero. Gracias, Katy.
EliminarUn fuerte abrazo.
Echo de menos los días de aplomo.
ResponderEliminarUn abrazo que redima.
No podría decirme ningunas otras palabras que me halaguen más. Gracias infinitas, Merche.
EliminarUn fuerte abrazo.
Sobrecogedoras tus letras.
ResponderEliminarUn beso.
Esa ha sido la intención, Musa. Hay que tocar todos los temas posibles.
EliminarUn beso.
El mar es insondable, peligroso y bello como tu poema. Gracias por regalarnos estas líneas.
ResponderEliminarBellas tus palabras y muy bello tu gesto, Sylvia. Te quedo muy agradecido.
EliminarUn abrazo.