En el álbum, aquellos
instantes congelados
y pretéritos,
bases de nuestro hoy.
Tú eras una estrella caída
del cielo,
un ascua de nieve incólume y
temblorosa
donde se asomaba el arrebol
de tus mejillas
y el grosella de tus labios
de fresa.
Éramos una suma de proyectos
que la vida se ocupó de
otorgarnos unos
y denegarnos otros,
una agenda en blanco
con tan sólo una fecha de
enero.
Siempre tuvimos lo
suficiente;
nunca sobraba, pero tampoco
faltaba,
y en ese equilibrio
inestable,
con algún traspié que otro,
hemos navegado nuestros días
sobrenadando y superando
aquel punto de partida
en blanco y negro
del álbum de nuestra boda.
Las vivencias en común suman, no restan, aunque el tiempo pase.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Cayetano. Somos la colmatación de los acontecimientos diarios de nuestra vida.
EliminarUn abrazo.
¡Bien...
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Angalu.
EliminarUn abrazo.