El mar es una franja azul
rematada por la línea del
horizonte
como encuadre de la ventana
en cada despertar.
Una placidez y una quietud
en nada coincidente
con las aventuras del
Cachorro;
un plano fijo por el que a
veces
discurría algún barco,
como aquellos de papel
que echaba al Almadán
y desaparecían aguas abajo.
Desde ese mismo mar,
─en mis pesadillas─
un destructor lanzaba piñata
por su boca de fuego
y alcanzaba los restos del
castillo
entre llantos y gritos
desconsolados.
De tanto leer los tebeos de El Cachorro.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Cayetano, entonces era un bucanero que gritaba: ¡Por cien mil tiburones!
EliminarUn abrazo.
Pues las piñatas llegan cargadas de sorpresas y dulces.Saludos
ResponderEliminarEfectivamente, pero la he dulcificado en lugar de llamarle proyectiles.
EliminarUn abrazo.