27 noviembre 2011

EL PAYASO QUE NO SABÍA REIR


Nadie ha sabido explicar el por qué. Lo cierto es que era un payaso que no sabía reír y que nunca jamás había reído. Había nacido en el circo, donde su padre había sido lanzador de cuchillos y su madre la partenaire, además de taquillera y otras suplencias que resolvía con mucha soltura. En el circo es necesario ser polivalente y no basta con una única destreza, por eso sus padres le obligaron desde pequeñito a ejercitarse para algo más que limpiar la jaula de las fieras mientras éstas estaban en la pista. La vida errante le proporcionaba paisajes distintos continuamente, pero la estrechez del coche caravana era siempre la misma, como también la fotografía familiar donde el abuelo y uno de sus hermanos aparecían vestidos de payaso. Había oído las mismas gracias desde bien pequeño y no les parecían chistosas. Lo probaron como funambulista, pero fueron tantas las caídas que lo dejaron por imposible y no se atrevieron a probar en el trapecio. Su padre lo sometía cada mañana a una rigurosa tabla de gimnasia, pero la elasticidad de sus músculos no daba el perfil adecuado para el cajón secreto del mago ni para integrarse en el grupo de los contorsionistas. Le pusieron a manejar las mazas y estaba más tiempo agachado recogiendo que haciendo malabares. Un día, durante la segunda sesión, cuando se afanaba en extender una alfombra en la pista para la actuación de los payasos, dio un traspié y el consiguiente costalazo en el suelo. El público enfervorecido prorrumpió en carcajada, pensando que se trataba de parte del número, pero él seguía teniendo su cara de palo y maldita la gracia que le veía a aquella situación absurda. Ya estaban los payasos en la pista con sus gritos y sus músicas y el público hilarante aplaudió a rabiar cuando el inepto circense volvió a tropezar de nuevo con una esquina de la alfombra antes de retirarse. Sus padres le miraban entre bastidores con suma alegría ante el gran descubrimiento: desde entonces, ya no tuvo que barrer nunca más la jaula de las fieras, si bien sí que ayudaba al montaje y desmontaje de las lonas y las gradas en cada desplazamiento, sino que entró a formar parte de los payasos, haciendo de mudo, siendo él quien se llevaba los golpes y las mofas de sus dos compañeros. Desde entonces, su rostro formaba parte de los carteles anunciadores y era el principal atractivo del número, pero él seguía sin encontrarle la gracia y sin soltar una leve sonrisa. 

14 comentarios:

  1. Cuantas personas hay que hacen un trabajo y viven de el sin sin gustarle ni disfrutarlo.
    Si todas las personas pudieran trabajar para lo que sirven y les gusta, habría mejores profesionales y la gente seria más feliz.

    Saludos paisano.

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  2. Como en la ópera Il Pagliacci... la tragedia del payaso. Nada más triste que ir en contra de la propia naturaleza, ser obligado a ello. Ya sabemos, al mundo circense siempre se le mitifica como a un mundo repleto de colores y alegrías, ha sido también fuente inspiradora del arte y la literatura. La mayor parte de los circos, en realidad, son pobres y la vida de sus habitantes muy dura. En Chile hay una tradición circense bien grande y el Tony Caluga es un emblema.
    Muchos cariños para Ti!

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  3. A pesar de la apariencia, no hay nada más triste que un payaso. Solo hay que pensar cuando provoca más risas entre el público: cuando se cae o recibe bofetadas del payaso listo.
    Un saludo.

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  4. A mí me gustaba mucho el circo de niña, pero ese payaso triste que recibía las bofetadas del otro me hacía llorar y mis padres tenían que consolarme diciendo que lo hacían de broma, pues cuando acababa la función eran muy amigos. Luego he visto que en la vida también hay quien da las bofetadas y payasos tristes que las reciben.

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  5. Reconversión: sino para esto, sí para esto otro. Pero ¿a disgusto? Es díficil comprender el dolor del pasayo, del bufón. Gran reflexión, Francisco. Me gustó. Un cordial abrazo.

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  6. Qué importante sentirse libre para elegir.!!!
    Cierto que los padres queremos lo mejor para los hijos, pero a veces no los escuchamos y queremos que hagan lo que nostros hemos ideado para ellos.
    Penita de payaso. Ojalá haya encontrado su sitio en la vida, aunque no sea en el circo.
    Besos

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  7. Aunque a la narración se le pueden dar múltiples lecturas e interpretaciones, lo que siempre he escuchado es el hecho de que los grandes cómicos - aquellos que hacen reír - son en el fondo personas muy tristes.
    Un abrazo.

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  8. Hola Francisco!!! Un precioso cuento nos regalas!!!! Habrá que sacar la moraleja para terminarlo, no???? Pienso que hay personas que desde un principio tienen muy claro lo que quieren hacer en la vida, otra cosa es que acierten o no, y otras que a base de probar y probar, al final encuentran su sitio en este loco mundo en el que nos ha tocado vivir. Besosssssssss primo!!!

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  9. A veces una carambola, una cabriola del destino nos pone sobre el camino, pero no siempre es el que hubieramos deseado seguir, como es el caso de su personaje. Y así seguimos la senda trazada por otros.

    Feliz domingo

    Bisous

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  10. En los ensayos como funambulista tenía caídas pero a nadie le hacía gracia, no valía para mago ni contorsionista ni para malabares, pero tropezó delante del público predispuesto a la risa y… no se trata de ser gracioso, sino de “caer” en gracia.
    Un abrazo

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  11. Por lo menos encontró trabajo aunque no fuera lo que más le gustaba. Hoy día hay que agarrarse aun clavo ardiendo. Saludos

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  12. "De un ataque al corazón
    esta tarde se murió un payaso.
    lo mas divertido del caso
    que mientras su cuerpo estaba inerte,
    la gente aplaudía y aplaudía,
    al mismo tiempo pedía
    qué él repitiera su muerte..."
    (de poema de un payaso)
    Triste realidad la del que necesita hacer reir a los demas a cambio de su sufrimiento...bss

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  13. La vida a veces nos lleva por caminos insospechados y que por supuesto, nunca hubiéramos elegido. Tu relato se presta a múltiples lecturas como dicen los que te han comentado antes que yo. Me quedo con la soledad del payaso. No sé por qué, pero a mí, más que risa, siempre me inspiraron ternura y un poquito de lástima. Me ha encantado lo bien llevado que está. Un abrazo.

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  14. La vida es así, no siempre se entiende y nos hace encontrar el camino que más nos favorece sin necesidad de buscarlo.

    Un buen relato que dice mucho.

    Un abrazo a ambos.

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