DÍA DE TODOS LOS SANTOS

Ya, ya sé que llego tarde, que ya estamos en el día de los difuntos y que el de todos los santos fue ayer, pero cuando redacto esta nota es la tarde-noche del primero de noviembre y no quiero dejar de honrar a esa interminable nómina de santos anónimos que en la extrema humildad no tienen ni siquiera biografía que ofrecer; personas que desde cualquiera de los oficios y en los más sencillos y humildes rincones de la tierra han llevado una vida ejemplar de seguimiento fiel de la doctrina de Jesucristo, de la que yo el primero tengo mucho que aprender.

La fiesta de todos los santos fue instituida por el Papa Gregorio IV en el año 835, para que de este modo el mundo cristiano honre a todos los santos, los canonizados o no, en esta fecha. Sin embargo, recientemente se nos ha colado en la víspera de este día una corriente que viene del norte de Europa y, pasada por el tamiz de los Estados Unidos donde fue llevada por los emigrantes irlandeses, cada día adquiere mayor prevalencia entre nuestros jóvenes. Noche de Halloween, la noche de las brujas o de los muertos vivientes: una ocasión para hacer cierta burla de la muerte y disfrazarse como de cadáveres andantes.  Además de los vestidos mortuorios, introduce el truco o trato (trick-or-treat), un juego de intimidación mediante el que los chiquillos tratan de conseguir un dulce con la amenaza de una travesura.

Pero la travesura viene cuando las personas se revisten de una identidad irreconocible. Esta pasada noche, noche de Halloween, día de Todos los Santos, unos muertos andantes, con sus disfraces oscuros y sus calabazas, irrumpieron de madrugada en el aparthotel Patio de la Alameda, de Sevilla, frente a la Comisaría de Policía, y daga en mano se han llevado en medio de una algarada el contenido de la caja y han dado el verdadero gran truco-susto al conserje de noche: truco o trato.