Era una mañana soleada y limpia, un día de gran visibilidad que había comenzado con la visita a la residencial y turística Sanxenxo, aunque primordialmente en verano. El objetivo era embarcarnos por la ría para conocer de cerca el cultivo de las plantas mejilloneras. Mientras que el río entrega su contenido mansamente al mar en la desembocadura, la ría es un sí pero no que dependiendo de las mareas, ahora sueltan y luego recogen. Como consecuencia de ello, además de abrigo natural para las embarcaciones, la ría es un fértil campo en el medio líquido, donde la siembra del mejillón alcanza ya una tradición muy respetable.
Estos bivalvos viven de manera estable asidos por unas vellosidades a las rocas o a cualquier cosa fija a la que pueda asirse, y de ahí, con grandes dotes de ingenio y mucho esfuerzo, nacen las numerosas bateas que pueblan la ría. La batea viene a ser una plataforma de palos de eucalipto, entretejidos entre sí y apoyados en unos bidones vacíos que les mantiene en la superficie, si bien anclado al fondo de la ría, de la que cuelgan unas cuerdas o maromas sobre los que se siembran los mejillones alevines para su crecimiento. Esos pequeños alevines se fijan a la cuerda mediante algodón, con el fin de que con el tiempo ellos mismos desarrollen su propio método de fijación mediante la barbas. El proceso es largo, pero en torno al año y medio ya tienen los mejillones el tamaño idóneo para ser comercializados.
Últimamente se están haciendo también experiencias con las ostras y las vieiras, aunque no está lo suficientemente desarrollado como el cultivo del mejillón. El barco turístico paró junto a una de esas bateas, donde un marinero experto nos mostró ejemplos de los tres tipos de siembra y nos explicó los tiempos y los medios hasta ponerlos en el mercado.
Después bajamos a la parte inferior del barco, junto por encima de la quilla, y estuvimos observando los fondos marinos desde el interior a través de unas claraboyas. Vimos distintos tipos de peces y los fondos rocosos sobre los que nos habían colocado. Por el entorno, una docena de delfines emergían por sorpresa y con mayor agilidad que el disparo de las cámaras de fotos. Finalmente, nos acomodaron y nos dieron un festival de mejillones con albariño que pareciera no tener fin. Riquísimos, aun calientes y deliciosos. El sabor de ser disfrutados en el mismo lugar donde se cultivan, en medio de aquel ambiente festivo, me hizo recordar al sabor de una fruta tomada del árbol, paladar que nunca tendrá lejos de su origen.
Francisco, casi no he cenado y tengo que levantarme del ordenador para picar algo. No tengo mejillones, mecachis, con lo que me apetecen en este momento. Con las ostras no puedo, soy así de tonta, pero las vieiras...me privan. Hummmm, me voy a la nevera, a ver que pillo, pero del marisco me voy olvidando, que de eso na de na.
ResponderEliminarBesicos.
Todavía me dura el abotargamiento después de comer tanto mejillón. Verdaderamente exquisitos. Tres veces he hecho la misma excursión en O Grove y no me canso de comerlos in situ. Aun creo percibir su sabor a mar. Un abrazo
ResponderEliminarNo recuerdo en mi visita a Galicia ese barco tan bonito, mi imagen era la de un barco bastante más cutre, si que recuerdo la "jartá" de mejillones que nos pegamos acompañados de un vinito blanco D.O. Albariño. Saludos
ResponderEliminarEl barco "mejollonero" debe ser el "mejor" de todos los que se dedican al noble arte del mejillón, ¿no? Jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Franciscooooooooooooo!!!!! Últimamente estás haciendo que mis jugos gástricos funcionen a una velocidad desorbitadaaaaaaa!!!!
ResponderEliminarMejillones... al vapor, en salsa marinera.... !!!! DELICIOSOS Y MÁS DE LAS RÍAS GALLEGAS!!!
Besosssssssss dede Cáceres!!!!
No se puede poner los dientes tan largos sin tener la oportunidad de poderlos degustar.
ResponderEliminarDe todos modos estoy de acuerdo contigo en que comidos en los lugares en que se cultivan son mil veces más ricos.
Yo conozco los de Coruña, divinos,
Besos
Soy de puerto de mar y me gusta mucho el pescado, y sobre todo el marisco, los mejillones me encantan y cuando los compro y los hago al vapor que es como más me gustan, al ver como se abren, siempre me acuerdo de la escena de una peli que vi, en la que habian 4 hombres en unos baños turcos, y uno de ellos hablando de los beneficios de los baños dice: "en los baños turcos se abren las almas de los hombres como los mejillones al vapor"
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
ei! Francisco en tu paseo, en tu relato, yo iba contigo y vivía el mundo mágico de la cría del mejillón, gracias tus bella palabras hicieron el milagro, abrazos Josep
ResponderEliminarInteresante entrada, se me ha hecho la boca agua, nada más de pensar en unos mejillones a la vinagreta.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco y esposa.