JUAN DE MESA

El pasar de los días es feroz con la memoria de los hijos ilustres, por eso es frecuente que frente a algunas estatuas muchas personas no sean capaces de reconocer la personalidad artística, militar o científica de la persona que se ha pretendido perpetuar. No es así para muchos en el caso de Juna de Mesa, a quien Sevilla le debía este reconocimiento, y cuya estatua mira desde la plaza de San Lorenzo a la Basílica del Gran Poder como queriendo reconocer una de sus obras más significativas.

Juan de Mesa y Velasco nace en Códoba en 1583 y moriría de tuberculosis en Sevilla en 1627 con tan sólo 44 años de edad, encontrandose enterrado en la iglesia de San Martín, justo muy cerca de donde él tuvo su propio taller escultórico. Se desconoce, pero casi se asegura que cuando llega a Sevilla en 1606, para incorporarse como aprendiz al taller de escultura de Juan Martínez Montañés, ya tenía algunos conocimientos artísticos.

Aquel joven, después de una serie de obras menores, realiza algunas esculturas señeras de la imaginería sevillana, entre otras, termina en 1620 el Cristo del Amor, perteneciente a la cofradía del mismo nombre y que está ubicada en la sevillana iglesia del Salvador.

Otro Cristo impresionante, obra de sus manos, es el Cristo de la Buena Muerte, de la Hermandad de Los Estudiantes, hoy en la capilla del Rectorado de la Universidad y que antes lo estuvo en la que fuera capilla de la Universidad, la iglesia de la Aunciación.

Y para no extenderme, como muestra de lo insigne de su obra de este imaginero, la talla del Señor de Sevilla, Jesús del Gran Poder, que estuvo hasta mediada la centuria del siglo XX en la iglesia de San Lorenzo y que hoy, en esa misma plaza, cuenta con basílica propia.