09 noviembre 2011

MADRID-68

Me quedan varias etapas de mi periplo gallego, pero hoy me apetece cumplir con la promesa hecha a mi amiga Laura (en el fondo del bolsillo) y quiero hablar de Madrid en el día de su patrona, la Virgen de la Almudena, de un Madrid intimista donde llegué a trabajar en la primavera de 1968. Había estado como turista durante una semana unos años antes y había aprovechado para visitar otras ciudades limítrofes como El Escorial, Segovia y Toledo, pero ahora venía para quedarme y disfrutar de todo aquel deslumbramiento.


Mientras en París los jóvenes de mi  edad hacían barricadas en mayo, yo pasé muchas horas de esa primavera en el Parque del Retiro, donde cada rincón era un descubrimiento para este pueblerino que tenía todo por aprender, salvo los rudimentos de una vida sencilla donde el Cinema Moderno era el espejo por el que asomarme al mundo. En Madrid descubrí dos focos donde el cine era casi una provocación incesante: la zona Fuencarral y la Gran Vía; más adelante serían los de sesión continua con sus películas de serie B. Entonces se llamaba avenida de José Antonio, pero sólo en el Registro de la Propiedad, en los rótulos de la calle –perdón, de la avenida-  y a la hora de enviar una carta. Los carteles anunciadores de los cines eran muy llamativos, de dimensiones colosales, suspendidos sobre el dintel de la entrada a modo de reclamo. Por lo general era una reproducción pictórica de una de las escenas de la película y de alguna forma resumía el contenido de la misma.


Por entonces vivía en Ventas, no lejos de la plaza de toros y con línea de metro directa a mi trabajo y a la Gran Vía y Puerta del Sol. Estaba de patrona, luego habitaba un espacio tan reducido que se limitaba a mi habitación y acceso al cuarto de baño. Nunca visité ninguna otra dependencia de aquella casa un tanto oscura de la planta baja, salvo la salita el día que me tocaba pagar la estancia a la dueña. Eso me empujaba a la calle a trabar amistad con el Museo del Prado, cuando trabajaba por las tardes, y a los cines o el teatro siempre en sesión de noche cuando trabajaba por la mañana. A veces también ocupaba el tiempo libre en descubrir la ciudad y tomaba un autobús o uno de los escasos tranvías, sin saber adónde iba, pero recuerdo que siempre se convertía en gozo, ayudado por mis dotes de orientación y las novedades que iba descubriendo.


La última sesión de cine empezaba a las 22,30, pero en verdad la película daba comienzo a las 23 o algo más, ya que antes proyectaban una serie de anuncios, seguido del NODO  –noticiario cinematográfico-  y un descanso para visitar el ambigú. No fue en el diccionario sino en el cine donde descubrí esta palabra. Yo venía del mundo familiar de la taberna, antes del ventorro, y comencé a asociar ambigú con el espectáculo. Así que cuando terminaba el cine, bastante tarde, era frecuente que regresara andando a casa toda la calle Alcalá adelante. En estas aventuras nocturnas me acompañaba siempre mi amigo José, quien vivía a dos portales de mí y trabajábamos juntos. Era un paseo muy apacible, seguro, a pesar de la proximidad de la madrugada, donde solíamos cruzarnos con bastantes personas que también se desplazaban a pie. De repente una manga de riego de los que baldeaban las calles, un perro que ladra o el cascabeleo de un carro tirado por mulas, el tráfico escaso e incesante y los golpes del chuzo del sereno que siempre se anticipaban al ¡”Voy p’allá”! Un Madrid entrañable a una edad en la que los inconvenientes son sólo pequeñas aventuras.


17 comentarios:

  1. Por esa época o un poco antes, yo descubrí en Madrid los cines de sesión continua con dos películas, por lo que te podías tirar metida alli cuatro horas. También me resultaba extraño ir al cine por la mañana, ya que en mi ciudad no funcionaban los cines más que por la tarde.

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  2. Bello e interesante amigo Francisco. Recorrer tus letras es una delicia para el alma. Besos, cuidate.

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  3. El primer Madrid que conocí fue a principios de los 80, sería por lo populosa, ruidosa y caótica que es, aún recuerdo que no me gustó; después la he visita muchas veces, llegando a vivir en ella durante un año, poco a poco me ha ido enganchando, sus museos, teatros,exposiciones, cultura y ambiente en general hace que no puedas dejar de visitarla de vez en cuando. Un Saludo

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  4. ¡Cuánto me hubiera gustado conocer el Madrid de aquella época!
    Hay que conformarse con el actual, tan mismo y tan diferente, sin embargo.
    Un abrazo, francisco

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  5. Muy bien descrita la época en la que colaboraste en el progreso y también disfrutaste de Madrid.
    Yo viví esa época de estudiante interna y no pude disfrutar de todas las maravillas.
    Tras haber recorrido otras ciudades, por cuestiones laborales, llevo más de 30 años a la vera de este Madrid del alma y disfruto de EL cada día.

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  6. A mi me encanta Madrid, pero no para vivir. Cuando residía allí mi hijo, cerca de Ventas también, íbamos a pasar unos días con ellos y casi estábamos solos salvo el fin de semana. Mi mujer y yo nos dedicábamos a recorrer todo lo que nos parecía interesante y con el metro nos apañábamos muy bien. El Madrid que tú comentas solamente lo conocí en un día de excursión y eso no daba para tanto. Un abrazo

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  7. A mi también me encanta Madrid, esa ciudad que desde que era niña se convirtió en mi segunda casa y en la que ahora me siento muy feliz viviendo. Sus calles, sus museos, sus parques y la amabilidad de la mayoría de sus gentes la hace inigualable.
    Un abrazo.

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  8. Un Madrid que está desapareciendo. Sigue la misma senda que aquellos viejos cines. Una verdadera lástima. El progreso es necesario, pero no siempre más hermoso que lo que dejamos atrás.

    Feliz día

    Bisous

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  9. Jaja a fe mia que te debí de conocer. Yo andaba estudiando turismo en la Puerta del Sol ese año junto con María :)
    Buena reseña de tu vivencia Madrileña. Felicidades por ese cumpleaños:)
    Bss

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  10. Hola!!! Pero qué bien has descrito aquellos años. Siento, por tus palabras, que eres una persona tranquila... sabes??? ese comportamiento, mientras otros iban de barricadas, demuestra a una persona sensible y centrada... vaya!!! como hay que ser!!!!
    A que recordar esos momentos llenan tu boca con una sonrsa??? Seguro que sí!!! BESOSSSSSSSSSSSSSSS CARIÑOSOSSSSSSSSSSSSS

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  12. Ya ves, tú trabajando en Madrid y yo, con mis cinco añitos, jugando en el recreo de la escuela.
    Conocí Madrid en el viaje de fin de curso de 8º de EGB y me encantó, todo lo que vi me fascinó.

    Hace unos años volví, y aunque es una gran ciudad, no me gusta para vivir, yo, acostumbrada a Córdoba, ciudad hecha a la medida del hombre, donde todo queda cerca, no me veo tomando trenes y metros a todas horas y para todo.

    Un abrazo.

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  13. Sí, como eran aquellos grandes cines de los setenta, todavía los recuerdo. cuanto han cambiado las cosas, pero claro, el mundo cambia. estaría bien que lo hiciera a mejor.
    UN post excelente.
    Vengo del blog: Moderato_Dos_Josef
    UN abrazo, josef.

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  14. Un Madrid acogedor y entrañable. En efecto. Nunca me he sentido un extraño aquí viniendo de fuera.
    Y el año, muy significativo: movimiento hippie, asesinato de Luther King, Guerra de Vietnam, Mayo francés y en España, el hecho trascendental...¡Massiel ganaba eurovisión! Mis alumnos se ríen cuando lo cuento.
    Un saludo.

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  15. gracias miles querido y admirado amigo por regalarnos tan interesantes y bellas letras, besinos de esta amiga admiradora con todo mi cariño.

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  16. ¡Increíble! Has descrito con un realismo fantástico uno de mis muchos paseos de aquel entonces, Gran Vía, Alcalá, Ventas, que hoy en día sería imposible por este Madrid irreconocible. En aquel tiempo las distancias parecían más cortas, o el tiempo más largo.
    Un abrazo.

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  17. gracias!!!!un honor Francisco, así lo considero. Te dije q anduve por Madrid hace apenas unos días, es una ciudad bellísima, pero bellísima sin vueltas y no lo digo por decir
    Me encantaron sus callecitas entreveradas, yo paré en un hotel a dos cuadras de la estación de subte de Tirso de Molina y si bien caminaba otras dos cuadras y estaba en la puerta del sol, si lo hacía en sentido contrario me adentraba en una especie de India Madrileña, muy pintoresca digamos. Con restó típicos y muchos indios comerciando lo que fuera, desde frutas hasta internet. Nos encantó tu Madrid, bien cosmopolita, bien moderna y a la vez conservando muchísima estructura antigua en sus edificios. No dejó con ganas de volver, y no faltará oportunidad para hacerlo, creeme

    un besote y de nuevo muchas gracias

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