No es fácil cuadrar el balance:
la marcha es más lenta,
pero también el deseo de llegar a todo
no se agota en sí mismo
a pesar de los imponderables;
las anomalías y los deterioros
pasan rozando el larguero de la normalidad
y no llegan a ser alarmantes;
me faltan pelos, me sobran arrugas,
la memoria es mucho más angosta y débil
que todo lo vivido a lo largo de los años…
Un proceso natural de merma
al que no queda otra que darle el visto bueno
y visar y firmar, al cierre del año,
para que así quede constancia y surta efecto.
Me resulta muy excesivo el televisor,
en especial las patrañas y sus derivados
sin repugnancia a los bulos;
como siempre me siguen sobrando los bares
y los juegos de azar,
pero me falta tiempo para acometer
las muchas lecturas todavía pendientes
así como los aprendizajes
que esperan su oportunidad desde antiguo.
No es fácil dejarse ayudar,
pero a veces los caminos
pasan por esas ineludibles encrucijadas.
Con algo de generosidad y sin ambición,
espero pasar el trámite y dar por válido
esto y aquello, lo uno y lo otro,
contando, como siempre, con tu beneplácito.

Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.
ResponderEliminarFeliz año
Ja, ja, ja... Efectivamente todo puede ir a peor; así que más vale malo conocido que bueno por desconocer.
EliminarUn abrazo.