Estos instantes de soledad
donde un conjunto de burbujas e ideas
fluyen o se resisten enérgicamente.
A veces se hacen intolerantes y otras
un arroyo en crecida sin sujeción posible,
como borbotones que emanan e inundan,
en su férrea ambición, apremiando por ser.
Por mucha multitud que se concite,
-tanto en algarabía como en silencio-
ante el acto solitario y creativo,
mientras la tinta crea personajes en el papel
o el soniquete de las teclas hace arabescos
en el teclado del ordenador definiendo perfiles,
la escritura es un salvamento unipersonal,
una acción silenciosa y creativa en soledad
que luego será ignorada o aplaudida,
interpretada según los mismos códices
con los que fueron creados, o versionada
al uso, gusto y costumbre de cada lector.
La escritura nace en soledad, pero
con el firme propósito de ser sustento
de otras soledades igualmente en silencio,
para definitivamente hacerse multitud.

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