23 diciembre 2025

TARDE DE INVIERNO

 




La noche se hace proximidad

a poco de la sobremesa.

Esa luz taimada que se desgaja

de entre las negruzcas nubes,

esa aromática vaharada blanca

que asciende, al tiempo,

que se mezcla con el perfume de las castañas

desde la olla agujereada,

y los campanilleros poniendo música

a la escena que envuelve el atardecer

de esta sevillana postal navideña.

En los veladores se atenúa el frío húmedo

quemando gas, con algo de imaginación,

y escanciando alcohol con algo de generosidad;

los apartamento turísticos

luchan entre sí por la captura de clientes

y la música de las maletas rodantes

disputa con los villancicos

la hegemonía musical del anochecer.

En Belén, donde se espera la Luz,

es muy posible que todo esté a oscuras,

y en Gaza, a oscuras y a ciegas

entre el lodo de la nada, con total certeza.

Nacerá el Niño,

montaremos de nuevo una farsa,

y esperaremos a crucificarle

con la esperanza de que ponga remedio

a nuestra incapacidad de vivir en armonía.

La noche está en tono desapacible

y nosotros nos dejamos llevar

sin movernos un ápice de nuestras tradiciones.



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