Me pregunto cuántos alumbramientos,
esta pasada madrugada,
en condiciones de absoluta precariedad,
en una pocilga o directamente a cielo abierto,
sin la ayuda de la obstetricia y a pleno desamparo .
Vino la Luz para iluminarnos
y le pusimos obstáculos
para perpetuarnos en la oscuridad.
Fueron generosos los campos,
los ríos y los mares, dando a manos llenas,
y también los bosques, y las selvas;
pero miramos codiciosos a ambos lados
antes de acotarlos en exclusividad.
Tiempo de banquetes, de comilonas,
de excesos indigestos y de euforia,
de tránsito de alcohol y golosinas,
de luces, de belenes y de cánticos,
pero la observación desenfocada
solo alcanza a mirarnos al ombligo.

Es incongruente celebrar la Navidad y, a la vez, arrojar a la calle a gente sin hogar o mirar hacia otro lado cuando esto ocurre.
ResponderEliminarComo en tantas facetas de la vida, Cayetano, una cosa es lo que se dice, o se publicita, y otra bien distinta nuestras obras. "¡Por sus obras los conoceréis!"
EliminarUn abrazo.