15 julio 2010
ATARDECER
Cuando el sol declina y el agua de la playa se hace dorada, cuando sobra la sombrilla y la arena ha dejado de ser ardiente para ser acogedora, cuando el sol se pierde por Sierra Bermeja iluminando tenuemente Gibraltar y algunos picos del Atlas, al otro lado del Estrecho, las sombras que proyectan los cuerpos son como espumas grises y blandas que se deshilachan hacia el faro de Cala Burra, acariciadas por la brisa de la mar serena. Van quedando pocos bañistas; sólo los empecinados que pretender ganarles el pulso a los aconteceres diarios de la naturaleza o ser sus testigos. Un grupo de jóvenes se ejercitan en la apostura de sus briosas contorsiones tratando de nublar las piruetas del otro, mientras media docena de cañas son clavadas enhiestas en la orilla, como mástiles de banderas de esperanzada espera. Un niño se acerca curioso preguntando cómo va la pesquera y encuentra una respuesta parsimoniosa, desacelerada como el declinar del día. Es la última hora de luz. El sol ya se perdió por el poniente, el agua sigue tibia, pero más acariciadora, y la arena se enfría por momentos, como fría y reposada es la espera de quien usa su tiempo en ver el tránsito entre el día y la noche con la mirada puesta en el horizonte, esa línea que separa lo líquido de lo gaseoso.
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Me has transportado a mis viejas vacaciones veraniegas rodeada de familia.....tiempos aquellos. Hace un poco de tiempo visitaste mi blog, hoy vengo a saludarte y ver como es el tuyo, me gusta como narras, volveré con tu permiso
ResponderEliminarun abrazo