Viejos trabazones,
como nudillos artríticos
que se deforman
con el paso del tiempo
a base de dolor
y se hace escorzo.
Brazos al aire,
desnudos, fibrosos, leñosos,
con apariencia
irrecuperable y moribunda
que gesticulan adioses.
Así es un árbol recién podado
bajo el gélido frío de invierno
cuando el sol no molesta,
sino que acaricia;
sólo una sombra desnuda,
una renovada esperanza
que nos confirma la tradición,
año tras año,
cada primavera.
Sí, ahí están año tras año, siempre presentes y renovándose a pesar de todo lo que han visto y sufrido, compañeros de tantas penas y alegrías, testigos mudos pero vivos de sucesivas generaciones.
ResponderEliminarYa lo decía el paisano Machado, Antonio, "al olmo viejo y hendido por el rayo..."
Un saludo.
Se trata de uno de los árboles de tu, mi, nuestra Plaza de San Lorenzo. Hubiera sido una buena ocasión para dedicarte el poema, Cayetano. ¿Lo aceptas?
EliminarPodarlos y ver la historia de las ciudades pasar, algo que no pueden hacer los humanos, algunos lo pretenden pero tenemos fecha de caducidad a corto plazo, aunque te arregles todo el cuerpo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tiempo de poda, Francisco, tiempo de renovación en la naturaleza. Y uno que la conoce bien, pues en mi pueblo era el tiempo de podar las cepas; has descrito muy bien la renovación de la naturaleza en esos versos. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola Francisco!!!! Siempre es un placer leer tus versos!!!! Hasta un árbol recién podado merece un poema, verdad????
ResponderEliminarBuen silogismo entre lo humano y lo vegetal!!!! Besos cariñosos!!!!
Sólo hay que esperar, y esos dedos artríticos se vestirán y dirán hola a la vida que renace.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo acepto encantado.
ResponderEliminarSeguramente ese árbol está ahí desde antes de mi niñez.
A veces, cuando voy a Sevilla, tiro por Sierpes hasta La Campana, luego la Plaza del Duque (sin entrar al Corte Inglés) y sigo hasta llegar a la calle Teodosio. Mi primer barrio.
Eso se llama añoranza y búsqueda del paraíso perdido: la infancia.
Gracias, Paco.
En invierno yo me siento como los árboles, despojada, en espera del reverdecer de la primavera. Siempre la aguardo con ilusión, esperando ver esos primeros rayos con la luz especial que ya la anuncian.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Esta aparente "muerte", es el principio de un nuevo resurgir en primavera...
ResponderEliminarRecibe mi saludo.
La semilla muere para dar vida.
ResponderEliminarLa vida es una transformación permanente y nosotros podemos ser protagonista de esta transformación dando lo mejor de nosotros mismos.
Un abrazo Paco.
http://ventanadefoto.blogspot.com/
Aunque el hombre no pueda recobrar como los árboles su mejor aspecto físico cada primavera al menos su alma deberia renacer con cada estación.
ResponderEliminarImpresionante foto.
Un abrazo.
Todo resurge.
ResponderEliminarLa primavera está a la vuelta de la esquina, sólo hay que esperar un poquito!
Un beso!
;)
¡Hermoso poema! En la vida todo es cíclico...se va la primavera, pero siempre regresa. Recibe un afectuoso saludo.
ResponderEliminarMe da mucha tristeza cuando los veo así, desnudos de sus ramas y ojas, menos mal que la primavera nos los devuelve más bellos si cabe, estupendo poema
ResponderEliminarBsss
Me encanta verlos como manos rogando al cielo! Hermosa tu poesía, un homenaje al árbol y su nobleza. Besos.
ResponderEliminarpreciosa, un abrazo.
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