Aquel mortecino amanecer se convertiría en una obsesión. Más tarde haría lo posible y lo imposible por desterrarlo de su memoria. Lloviznaba. El agua de lluvia confundió sus lágrimas mejilla abajo como afluentes que pasan a engrosar cauces más caudalosos. Su padre llegó a alcanzar el grado de brigada en el ejército republicano y acabó sus días, una lluviosa mañana de marzo, bajo el estruendo de un pelotón de fusilamiento: los ideales, en ocasiones, llevan al hombre por los caminos menos aconsejables para su integridad física y atesoran un patrimonio deudor para sus herederos.
Fotograma de la película "Pa negre" |
A los trece años, Julián Castro, había quedado absolutamente solo. Era el 16 de mayo, fecha de su cumpleaños, y habían pasado dos meses del juicio sumarísimo de su padre cuando falleció su hermana de tuberculosis. Corría el año 1940. Ya habían invadido los alemanes Dinamarca y Noruega; pero aún faltaban dos meses para que entraran en París. La semana anterior, Churchill tomó posesión del cargo de primer ministro británico. El largo brazo de Stalin, por medio de Ramón Mercader, no acabaría con el exilio mexicano de Trotski hasta unos meses más tardes. Julián Castro, a sus trece años, no contaba más que con la misericordia de algún escaso mendrugo, a cambio de esforzadas ayudas, y con su instinto de supervivencia. Tenía hambre. Había terminado la guerra, pero se había quedado solo y tenía hambre. En España todo el mundo tenía hambre.
Hola Francisco, interesante relato. El mundo entero tiene hambre............ Besos, cuidate amigo.
ResponderEliminarUna película que tengo pendiente, aunque ya sé que me espera un rato amargo. La España de posguerra, con esas necesidades básicas sin resolver, se parece mucho a esos países que hoy se siguen desangrando en medio mundo: hambre de pan y de justicia.
ResponderEliminarA pesar de la crisis, hoy somos afortunados.
Un saludo.
No he visto la película, y tiene que estar bien, pero ¿sabes? ya estoy un poco harta de este cine español monotemático que sólo demuestra una escasez de talento y originalidad en nuestros guionistas y directores.
ResponderEliminarY encima subvencionado.
Un abrazo Fco.
Se hace necesario que aclare que no me estoy refiriendo a la película, que sólo he usado el fotograma para ilustrar este relato de ficción con datos históricos. Lo que aquí cuento no es real, pero es la realidad de una época, a la cual he revestido de datos históricos para hacerla más verosímil. Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn relato de la epoca muy bien contado argumento de tantas películas que son la vida misma.
ResponderEliminarTengo problemas para dejar comentarios en los blogs, esto lo he conseguido con otro buscador. Espero que pronto encuentre la solución.
Un abrazo y feliz semana.
En España y en casi toda Europa había hambre, y que me lo pregunten a mí. Las guerras es lo que traen consigo: destrucción, muerte, sufrimiento y penurias y desplazamiento.
ResponderEliminarBss
Yo sí he vivido aquella triste historia de la postguerra. El hambre
ResponderEliminarestaba a la vuelta de la esquina y los pocos hospitales que existían trataban, en vano, de curar la tuberculosis, que era en aquel entonces, el pan nuestro de cada dia. Yo he visto mporir a mucha gente antes de cumplir los quince alos. Un fuerte abrazo.
Soy de la generación de los 50, no recuerdo nada de aquello, me imagino que mis padres hicieron encajes de bolillos para administrarse y poderme enviar a un colegio primero de monjas luego de curas, aunque el niño les salió un poco rana en cuanto a religión se refiere.
ResponderEliminarDicen que la historia siempre se repite, y tu Francisco de esto debes de saber mucho, ¿cuantas personas han aumentado las visita a los comedores sociales en los dos últimos años?, ¿Cuanto se prevee en este año?, ¿Con cuantas ayudas vais a contar?.
Como decía, aquello es historia, lo de hoy es realidad.
Saludos
Hola primo!!!!! Las guerras no traen nada bueno... entiendo que los ideales (los que sean) hay que defenderlos... pero mejor con la palabra que con las armas!!!! Triste esta historia pero real, demasiado real. Besos cariñosos desde Cáceres.
ResponderEliminarEspero que esa época no vuelva nunca más... Quiero ver la película de Pa Negre, porque todavía no ha pasado por mi retina.
ResponderEliminarSaludos
Pues yo tampoco me referiré a la película, sino a lo más importante, a decir algo sobre el título de su artículo. Es verdad que la época en la que sucede su relato fue época de hambre y ojalá no volvamos a sentir tiempos iguales, pero me viene a la mente una noticia de hace muy pocos días que cuenta como en Grecia se ha hecho necesaria la distribución de leche, galletas, etc... entre los niños, para evitar la desnutrición. Cuántos niños en cuántos hogares griegos -también aquí- pueden empezar a pasar HAMBRE, sin olvidar los de otro muchos lugares en el mundo. Es terrible. Creemos que nuestra sociedad, con tantos automóviles, teléfonos móviles, ordenadores, tan... moderna, es inmune a toda desgracia, hasta que noticias como esa nos abren los ojos.
ResponderEliminarUn esperanzado saludo.
Está bien recordar el pasado, pero lo terrible es que en nuestros días hay cantidad de personas y sobre todo niños que pasan hambre a pesar de la cantidad de recursos que hay en el mundo. Muchos recursos y mal repartidos. Lamentable.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi mejana
Y tantas y tantas historias iguales, la historia negra de España, donde se quedaría la sensibilidad y el corazón de las personas, lo malo es que ahora sin guerra también hay hambre, triste...
ResponderEliminarBss
Una época dura, sin embargo no había hambre de otras cosas que alimenta el espíritu y aminora el hambre de comida. Ahora existe la hambruna y la falta más grave de sentimientos que alimentan el alma, creando frialdad, agresividad e insensibilidad por el entorno.
ResponderEliminarÉpocas totalmente distintas.
justo de lo que escribía hace minutos....es un deber recordar..
ResponderEliminarEl olvido, atenta contra la posibilidad de divulgar la experiencia, para evitar nuevamente sucesos como el de esta naturaleza....besitos Francisco
En qué pocas palabras resumiste todo el dolor de una época! Adhiero a lo expresado por Felipe Tajafuerte o Mari C. Masi y con todos en general por una u otra razón. Historias que se repiten en el mundo inexplicablemente. Un abrazo, muy buena crónica.
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