Con el Miércoles de Cenizas da comienzo la Cuaresma, tiempo que hace alusión a los 40 días que Jesús pasó en el desierto previo a su pasión y muerte. Un tiempo que para el cristiano tiene una simbología muy especial como tiempo de conversión. Junto al Viernes Santo, únicos días del año de ayuno y abstinencia; ayuno que significa hacer una única y frugal comida al día, y abstinencia que se traduce por no comer carne. Pero ¿qué sentido tiene hoy para el cristiano hacer ayudo y abstinencia?
El ayuno no tiene sentido si se queda escuetamente en privarse de comer ese día, o en aplazar una gran ingesta pasada la hora límite, sino en hacer el sacrificio para que otros reciban de tus manos lo que no inviertes en ti. Dios no quiere ni necesita nuestros sacrificios, pero ve con buenos ojos que éste se oriente hacia el amor al prójimo. Él no necesita un ayuno hipócrita, un ayudo del cumplimiento —cumplir y mentir—, cumplir para seguir con la misma actitud de los días previos, sino un ayuno abocado a la conversión, al compartir, al cooperar, al tender la mano al otro. Un ayuno que nos aparte de consumos superfluos, que ofrezca parte de sus bienes y su tiempo a aquellos que más lo necesitan, que no pida para sí privilegios, sino derechos y justicia para el otro, que en suma, vea en los pobres el rostro de Cristo.
¿Tiene sentido acaso privarse de comer carne en un día concreto? Evidentemente no. En una sociedad donde el consumo de proteínas es superior al aconsejable para la salud, es cierto que no viene mal abstenerse con frecuencia, pero la abstinencia que agrada a Dios tiene mucho más que ver con romper con aquellos usos que nos esclavizan como las adiciones al juego, al consumo, a la moda, al alcohol… Tiene sentido que nos miremos a un espejo antes de criticar la paja en el ojo ajeno, de prejuzgar y condenar a quienes merecen la condición de inocentes, en tanto sea probada su condición de culpable, atribuyéndonos un poder inexistente. Que nos privemos de señalar con el dedo de la injuria o cerremos la mano de la codicia.
Desde la modestia de mi nada, y sin la autoridad que no me atribuyo, invito a todos, creyente o no, a reflexionar sobre este tema, cuyas repercusiones no son sólo personales, sino sociales.
Cuando se ayuna, nuestras plegarias se alzan a Dios, especialmente el Miercoles de Cenizas puesto que nacimos de la nada y volvemos a la ceniza. Me gusto mucho su reflexion.
ResponderEliminarSaludos desde USA.
Hola Francisco, un buen tema para reflexionar sobre estas fechas. Yo no tomo ceniza tan solo por cumplir con las costumbres que me impusieron de niña, primero debo ser buena cristina. Conozco personas que se dan golpes de pecho y al salir de la iglesia maldicen a su hermano y se dicen catolicos. Una buena reflexion Francisco. Te dejo un beso, cuidate mucho.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que dejé de creer en estas cosas y en su globalidad.
ResponderEliminarSe va a entrar en esos día señalados por la iglesia en los que obliga o sugiere ayunar y abstenerse de comer carne en determinados días, hay múltiples estudios que manifiestan que esta costumbre no es religiosa, viene de la Edad Media en la época en la que se pasaba más hambre que Carpanta y había que engañar al estómago. En la actualidad, igualmente habrá mucha gente ayunando y absteniéndose de comer porque, no por cuestión religiosa, sino porque no tienen nada que echarse a la boca, podemos hablar de África o de América Latina zonas donde la religión católica está muy metida, pero esta solo se preocupa de las almas antes que de los estómagos.
Saludos
Yo creo que el sentido del ayuno en la cuaresma va por el camino que ha mencionado Emilio Manuel de experimentar, aunque de forma leve y por unas horas, lo que tiene que ser para muchas personas no tener nada que llevarse a la boca. Es compartir de forma simbólica lo que padece medio mundo.
ResponderEliminarNo creo que las privaciones sean necesarias en ningún momento. Yo apostaría por compartir aquello que más nos cuesta dar y así nos beneficiamos todos.
ResponderEliminarUn beso de miércoles.
En teoría, hoy debería haber terminado la fiesta del carnaval, previa a la cuaresma, en todos lados,cosa que no es así. Antigumente, mi madre nos privaba de muchas cosas en este tiempo. Pero los tiempos han cambiado, en todo caso reflexionaremos. Saludos, Francisco.
ResponderEliminarLos cristianos no sé, pero los musulmanes llevan a rajatabla su ayuno. Esto hace que sea un pueblo sacrificado capaz de hacer otros sacrificios mayores. Da unidad a todo un colectivo.
ResponderEliminarSobre el tema de comer o no comer carne, conocía aun cura comprensivo y campechano que decía: un rico se come una langosta, se muere y va al cielo. Un pobre come un "cacho" de tocino con pan porque no tiene otra cosa, se muere y se condena. El mismo veía que esto era absurdo.
Como la crisis siga vamos a tener que hacer "ayuno y abstinencia" por narices.
Un saludo.
Un saludo.
Creo que Cayetano ha dado en el clavo cuando señala el efecto del ayuno como la capacidad de someterse a un sacrificio y por ello ser capaz de hacer otros mayores. Precisamente la reflexión que hago son las privaciones a las que invita la iglesia en la actualidad a los cristianos, olvidándose de fórmulas pretéritas en ocasiones sin mucho sentido. Es el sacrificio que seamos capaz de hacer por el otro el que resulta agradable a los ojos de Dios.
ResponderEliminarEl miércoles de ceniza me pasa desapercibido últimamente, sólo de niña lo celebraba porque nos llevaban desde el colegio a la iglesia para ponernos la cruz en la frente.
ResponderEliminarY sobre el ayuno, la verdad es que no lo sigo, me parece una tontería.
Un abrazo Fco.
Nunca he podido entender esto del ayuno. Al igual que Elena solo lo he practicado cuando estaba en el colegio y ya entonces me parecia absurdo. Pensar que los ricos pagando la bula podían permitirse violar determinados preceptos del ayuno durante los viernes así como de algunos otros días a lo largo del año, no me parecía lógico ni ético, es lo que tu dices Paco, lo del ayuno hipócrita.
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo
Totalmente de acuerdo contigo Francisco, creo que el no comer carne no nos absuelve en nada nuestros errores, como bien dices "un ayuno abocado a la conversión, al compartir, al cooperar, al tender la mano al otro" nos aportaría más ante Dios y ante los hombres.
ResponderEliminarGracias por dejarnos tan positivas reflexiones. Un fuerte abrazo
Estoy de acuerdo contigo en todo,punto por punto.
ResponderEliminarMe niego a creer que seremos mejores por dejar de comer carne un día durante un período de tiempo.
Seamos lo mejor posible todo el año con carne o sin ella.
Besos.
Una muy buena reflexión Francisco, estoy totalmente de acuerdo contigo. Los tiempos han cambiado y, por ello, muchos preceptos, como este del ayuno, igual.
ResponderEliminarUn saludo!
Muy buena reflexión, comer de manera frugal lo tendríamos que hacer no solo los días de vigilía sino todos los días del año. Nos aportaría un beneficio abundante a nuestra propia salud. Para ser generosos con el prójimo toda ocasión es buena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que ayunar de palabras tambien, escuchar al otro, atender a los que tenemos cerca cuando nos colocan sus rollos, tener gestos con el prójimo y esto a ser posible el resto de nuestros días.
ResponderEliminarDar no de lo que nos sobra sino compartir lo que tenemos. Si nos privamos de algún capricho no es para ahorrar sino para compartir.
Bss
La iglesia hace tiempo que dice lo que aquí escribes y así lo entendemos los católicos, es un tiempo para reflexionar y tratar de ser mejores en todos aspectos. Saludos.
ResponderEliminartema durisimo este que tocaste. Es que no te das cuenta que es mucho más fácil dejar de comer carne que ser buen cristiano?
ResponderEliminarporque a ver, por un dia o una semana que dejes de comerla no ocurre nada, cuando mucho te quedas con las ganas y cuando retomes, con un atracón bastaría
En cambio, hacer ayuno siendo mejor persona, prestando atención a los que necesitan (lo que fuera), ayudando desde cada lugar a hacer un poco mejor este mundo, eso no se lo banca cualquiera, no señor.
Es más fácil ir a misa cada vez que corresponda que abrir el corazón para recibir al que necesita
besos