A Soledad Márquez con admiración y afecto
No pudo dormir. Cuando se sintió abrigado por paredes y techo, en una cama con sábanas limpias y ropa de abrigo, no pudo conciliar el sueño. La vida no la había perdido, pero él le había perdido el respeto a la vida hacía unos 20 años. Había roto con su historia y no sabe explicarla porque también había roto hace mucho con el calendario y otros formalismos que bien poco sirven para el sustento del día presente. Su meta estaba puesta siempre en un día más, una nueva jornada, si acaso llegaba, y para ello contaba con muy pocas cosas y con toda una retahíla de artimañas para la supervivencia: dormir poco, no importa si de día o de noche, comer poco y cuando se tercie, nada de formulismos ni horarios, lo que buenamente pueda ser, y tener cerca sus escasas pertenencias en todo momento, nunca encima, pero siempre cerca y más o menos controladas.
Le tocó decidir y optó por la libertad. La vida para él era apenas el lapso de un día, si acaso éste llegaba a su fin, pero había hecho de la libertad su estandarte y hasta su patria. Tuvo familia y así debe constar en el registro civil y hasta en los anales de la iglesia, pero había roto con todo y con todos. La familia había roto con él, pero también reconocía que él les había torpedeado en la línea de flotación y se vieron abocados al rompimiento. En su mirada no había esperanza ni planes de futuro, sino apenas inmediatez y agudeza. Bajo esos ojos, a veces casi opacos, veía pasar los días y las estaciones sin hacer aprecio de nada. Era cariñoso con los chiquillos que jugaban en la calle; les miraba con ternura como quien añora la inocencia. El día que prendió fuego a sus documentos y quemó sobre ellos la silla donde se sentaba dejó de tener vinculación a lugar alguno y se sintió pájaro. Se mojaba cuando llovía; se secaba cuando salía el sol y se alumbraba cada noche con la luna y las estrellas, a condición de que no estuviese nublado. Aprendió a estar en el ágora sin participar, como mero espectador. Bajo su mirada aparentemente ausente era muy celoso de su estado de libertad para el cual había vuelto a ser célibe. Su hospital, la calle; su puesto de observación, la calle; su alcoba y sus habitáculos, la calle. No pedía, pero se dejaba ayudar a condición de no preguntas. No pronunciaba nunca el infierno vivido, pero ahora se mercaba la metadona y pasaba los estruendos de la abstinencia cuando le era posible y Dios le daba a entender.
No pudo dormir. Su primera noche en el centro no concilió el sueño ni se reconocía fuera de los cartones y su viejo saco de dormir; pero al alba sintió que le sonreía la vida con un guiño de esperanza con el que escribir el futuro. Hacía tiempo que había roto con la vida en favor de la libertad, pero ahora la libertad le estaba pesando demasiado.
Cuantos hay por ahí llevando como estandarte de libertad una vida sin obligaciones y ataduras..es tan fácil esgrimir la espada del que no se deja doblegar ante superiores y se hacen dueño de su destino huyendo de toda responsabilidad...así cualquiera....lo que pasa es que los años pesan...lo que antes era una aventura se convierte en pesadilla ante los desgastados y frágiles huesos...y entonces se aceptan caridades y en algún lugar de los recuerdos empiezan a doler las imágenes de los dejados atrás...la familia....
ResponderEliminarSiempre nos traes historias aleccionadoras....besitos
Francisco un relato o una historia vivida, es igual, como está, hay muchas, desconozco la edad del personaje si es mayor o joven, según las estadísticas en nuestro país "los sin techo" son hombres y que son jóvenes; en el años 2010 un 7% de la población española estaba bajo pobreza extrema, un año más tarde seguro que tendremos algún punto más.
ResponderEliminarLa exclusión social, gracias a esta crisis hecha por la gente del dinero para ingresar más, va a poner en la calle a mucha gente, los bancos seguirán con su política de embargos sacando a familias enteras a la calle, con este panorama, aquellos que trabajáis en la acción social os encontrareis con un mayor números de situaciones similares a las que cuentas, pero en esta ocasión no serán voluntarias, ninguna de ellas lo es aunque lo diga el afectado, es una forma de dignificar su situación.
Me preguntas, Emilio, si es ficción o una historia real. Todo es ficción, desde mi punto de vista. Incluso una autobiografía tiene parte de ficción en cada uno de los silencios o ponderaciones. Pero la ficción siempre es superada por la vida y tomada de ésta como ejemplo.
EliminarLos motivos por los que una persona llega a la exclusión social son tan diversos como la vida de cada uno de ellos. Muchos han llegado a la calle por la droga; ahora están llegando algunos desahuciados por los bancos, pero mientras no pierdan sus habilidades sociales no caerán en las redes de la exclusión: una cosa es ser pobre y otra ser un excluido.
Es tremendo amigo Francisco, cada día más.. es una realidad que duele... que nos duele a todos...
ResponderEliminarMe gustan tus entradas.. solidarias..
Un beso
Muy Bueno Francisco. Con que parámetro medir ese tipo de libertades.
ResponderEliminar"Hago mi cama en el campo y me cubro con estrellas" dice un viejo poema y para quienes estamos pesados de obligaciones nos parece deseable esa libertad. Pero ninguno de nosotros quiere poseerla.
Lo que resulta curioso es que más allá de aquellos que fueron empujados a la calle por adversidades una cantidad bastante alta de los sin techo,lo son por decisión propia.
Un abrazo
Más que la libertad eligió eludir la responsabilidad, creo. Romper con la familia, con la sociedad, con los deberes, con el trabajo, pero a la vez aceptar lo que la sociedad te ofrezca desinteresadamente, es una manera de no cumplir ni siquiera con tu vida.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Pues yo lo siento, quizá sea demasiado duro, pero no me merece mucha consideración el caso que expones. Quien de esa forma, en el tiempo en que pudo aportar algo a la sociedad, se excluyó de esa forma eludiendo todo tipo de responsabilidad, debe ser consecuente con sus decisiones. Otra cosa son los casos aludidos por Emilio que son excluidos sociales al margen de su voluntad. Con el agravante de que los primeros consumen los recursos que debieran destinarse a los segundos.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi mejana
No me gusta ser repetitiva y en este caso menos. Comparto la opinion de
ResponderEliminarFelipe al 100%. Quien voluntariamente abandona todas sus responsabilidades familiares, sociales y éticas se le puede aplicar aquello de "cada acción tiene una reacción".
Un fuerte y calido abrazo
Dicen que somos libres porque podemos decidir, elegir. Esta persona escogio esto y era libre de no escogerlo. Yo le respeto. Nunca sabremos sus verdaderas razones. Qué es duro, mucho, mucho. No somos nadie para juzgarlo. Buen fin de semana, Francisco.
ResponderEliminar"No juzgues y no serás juzgado". Hay historias durísimas que se bastan para justificar cualquier actitud. El errado tiene siempre derecho y oportunidad de rectificar y yo no me atrevo a juzgarlo.
EliminarEn estos días tan fríos de Madrid, este tipo de escenas tan duras me vienen a la mente de vez en cuando. Es algo realmente escalofriante y terrible.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues yo digo lo que tu, no juzgues y no serás juzgado, quien sabe que razones, que circunstancias le llevaron ahí, la vida no es igual para todo el mundo, no todos tenemos las mismas oportunidades y hay ocasiones en que tenemos que elegir, si él se equivocó eligiendo también lo pagó, no, no soy capaz de juzgar y si de compadecer, cualquiera sabe lo que el destino nos depara, cualquiera sabe si en algún momento podremos nosotros ser él. Que Dios le ayude.
ResponderEliminarBsss
ResponderEliminarLa Vida es espectacular y hay que aprovechar a disfrutarla en todas sus vertientes, incluido el carnaval que mañana es su día grande y algunos de los más jóvenes lo pasaran en grande devolviéndoles la ilusión a los no ya tan jóvenes...
Te deseo un fin de semana lleno de todo aquello que tu alma necesite por abrigo...
Un beso
un abrazo
y mi aprecio
para siempre
María del Carmen
(Hay tantos que se han hecho dueños de la libertad y no quieren tan siquiera dormir bajo un techo que no sea de cartones o plasticos...
Esta alma al menos tiene un hilo de esperanza después de haber roto con el pasado que el lo más duro, porque ese pasado solo se alimenta con una jeringuilla)
Habría que saber las razones que lo llevaron a optar por esa vida, hay gente que está obligado a elegir y quien elige obligatoriamente renuncia. Nadie está libre de cometer errores que luego tiene que pagar...
ResponderEliminarUn besito
Si esa persona puede tener una segunda oportunidad ¿por qué negarsela?
ResponderEliminar