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El agua es el fundamento de la vida; la lluvia el manantial celeste y generoso que da a manos llenas.

Ni sólo tú, ni sólo yo; en el equilibrio está la mesura: nosotros.

El bufón don Diego de Acedo - Velázquez

A una voz inteligente, a un manantial de la palabra, le basta un nexo para deletrear el universo.

Voy a tomar tu texto como formulario: no hace falta contar sílabas ni colocar acentos estratégicos, ni ripiar cadencias, porque la musicalidad de tu lírica fluye mansamente como un río en la desembocadura.

El error, el craso error está en creerse perfecto, en no conocer nuestras limitaciones, en no aceptar que somos una nonada en la infinitud.

Quiero volar contigo, hacerme la ilusión de que me integras entre los tuyos, entonces yo también soñaré y recorreremos los espacios que hoy nos están vedados.

Cuando el alfarero pone un pegote de barro en el torno y ya ha pensado en el búcaro o un plato como lo aprendió de su padre y éste de su abuelo, hace una pieza de artesanía como tantas veces viene repitiendo. La obra de arte no soporta el corsé de las normas.

Las hojas caídas del almanaque nos hablan de nuestra caducidad, una finitud que sólo saben embalsamar los poetas cuando tejen festones con las letras oportunas.

La mirada suple con creces lo que los labios no saben pronunciar.

La música es siempre una caricia para el alma.

La verdad es que el silencio no existe. El silencio, el temido silencio, es la pausa en el monólogo contigo mismo, el que sabe y habla de tus recovecos, de tus dudas y de tus fallidas afirmaciones, de la basura que acumulas bajo la alfombra de tus falsas ideas...  Es el fiscal de tu conciencia.

La esperanza vive en un lugar tan recóndito de nuestro ser, que sólo nos la pueden arrebatar si nosotros la entregamos.