22 abril 2012

CALLEJERO


Canta en la calle, en la céntrica calle Sierpes, bajo el dintel de uno de esos comercios que echaron el cierre porque la actividad económica está adormecida. Nadie conoce su nombre, ni siquiera hay un cartel que lo anuncie. Se acompaña a sí mismo muy dignamente con una vieja guitarra cuyos ecos no son de maderas muy nobles, pero José —que digo yo que nombre debe tener y este que le asigno hasta es posible que lo sea— canta flamenco como para merecer un escenario con tramoya, candilejas y buena acústica. Lo hace a pleno pulmón, sin aliviarse son el reverb ni zarandaja alguna. Pasan los viandantes y ni siquiera les prestan oído, salvo alguno que otro de tarde en tarde. A sus pies, a un metro de distancia, una lata recoge la misericordia de aquellos que imaginan que José también come. Hace cantes populares; desgrana uno tras otros fandangos naturales y de Huelva. No hay aplausos, cada quien va a lo suyo y ni siquiera se atreven a manifestar su admiración para no pasar por taquilla —por la lata—. De vez en cuando, una soleá que corta la respiración. “Maestro  —le digo—, usted merece otro escenario más digno”. “La vida le lleva a uno  —me responde—, por el camino que puede." Le dejo una moneda en la lata al retirarme y él me responde con un gesto, al tiempo que rasguea una falseta. La gente sigue su caminar de un lugar a otro; son pocos los que entran en los comercios a estas horas de la mañana y en los tiempos que corren; cada quien con sus prisas y con sus pensamientos. El eco de José, de su potente voz  —si es que así se llama—, se empieza a desvanecer en la distancia y me pierdo en la muchedumbre.

12 comentarios:

  1. Yo procuro siempre que puedo pararme aunque sea unos minutos a escuchar a estos músicos callejeros, que algunos son muy buenos, porque pienso que esto es tan importante para ellos como la moneda que podamos dejarle.

    ResponderEliminar
  2. Los músicos callejeros merecen todos mis respetos. Siempre me han imanizado, sorprendido y entusiasmado. Creo que tienen un valor grande: favorecen a que nuestro día sea más espléndido, llenan de alegría unas veces las calles y con ello nuestro caminar, otras, nos llenan de añoranzas y consiguen que nos solidaricemos con él igual que él, lo hace con nuestro pesar.

    Desde las bandas de música clásica en el puente Karlov sobre el Moldava (Praga), hasta sus semejantes en la calle el Carmen de Madrid. Desde los canta autores solitarios en el metro de Madrid, que nos recuerdan canciones conocidas, a los que cantan sus letras como en otra época lo hacían los juglares....

    Sin ellos, sin su música callejera, calles como Preciados o Sierpes, plazas como la del Ángel (Madrid), o la Loreta (Praga), la Navona (roma), o los propios jardines de la Tullería (París), nunca serían los mismos, porque ellos, pusieron música a nuestras vivencias.

    Un abrazo para éste domingo colmado de música

    ResponderEliminar
  3. Hola Paco!!! Cuántos talentos perdidos hay por nuestras calles!!!! Muchos no lo hacen ni la mitad de bien y sin embargo están en la cumbre!!!! Buena y sabia frase te dijo... "La vida le lleva a uno por el camino que puede!!!"... Sin pensar en sus circunstancias personales me encantan los artista callejeros pero embellecen la calle y animan el ambiente, además de paso que nos alegran la vida (que falta nos hace) ensayan sin pagar local y encima se ganan unas perrillas... Besos primo!!!

    ResponderEliminar
  4. Cada día vemos más gente en la calle intentando ganarse unas monedas.
    ¿A qué altura de la calle se sitúa este hombre? Lo digo por mera curiosidad y ya sabes por qué.
    Un saludo y feliz domingo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entrando por Campana, poco después de la pastelería, antes de llegar al desaparecido teatro Imperial, hoy librería, junto a la casa de los relojes. Pero los hay por todas partes. Un abarazo.

      Eliminar
  5. Es asombroso, muchos músicos de orquesta de los países del Este andan por esas calles de Dios violín en mano. Qué triste. Cuánto talento ignorado.

    Un abrazo Fco.

    ResponderEliminar
  6. Cada vez prestamos menos atención a la gente que nos rodea y ni nos paramos a pensar en si esas personas necesitan de nuestra ayuda.

    Buen día

    ResponderEliminar
  7. A pesar de su vida errante, desde niña admiré a esos hombres que tocna sus instrumentos en las calles, ya que no tienen como vivir. Mi madre era generosa en dejar papel en la la ta y su hija hizo lo mismo mientras pudo.
    Con ternura
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  8. Hola Francisco
    Acá en Argentina también hay personas que se sientan en el piso y tocan en la calle para que alguien ponga alguna monedita en su gorro. Son almas errantes.

    Un besito

    ResponderEliminar
  9. Abundan en todas las ciudades y ami me gusta oirlos. Unas veces me paro, otras no pero dejo caer unas monedas en la lata o la gorra, cuando voy con mi nieta dejo que sea ella la que lo haga. Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Hay muchos Joses por nuestras calles tocando instrumentos. Junto al Museo del Prado, del Palacio Real, que tiene calidad otros el metro algunos bien otros regular, dentro de los vagones pasando de un lado a otro, en la puerta de algunas de las iglesias, restaurantes etc. Todos merecen un lugar mas digno, pero al menos muchos nos alegran el día con sus cantares.
    Bss y buena semana

    ResponderEliminar
  11. Hay quienes de verdad merecen el mejor escenario para desplegar sus dotes. Otros merecen que les decomisen la guitarra o el instrumento que sea, para no acuchillar el oído de los viandantes. Todos de algún modo tienen derecho a buscarse la vida. El problema es que no está el patio por acoger muchas peteneras.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar