La lluvia destila la opacidad
de días remotos,
en esa frontera entre lo insulso
y lo tal vez soñado,
la insatisfacción de lo no recomendado.
También los deseos tienen
una entidad
que linda con la fantasía,
o con lo irrealizable
de ensoñaciones recientes,
o con la prudencia de lo lícito
y fuera del alcance
de lo social o lo prudente.
Atrévete a pasear bajo la lluvia,
ahora que es menuda, tamizada
como el polen del azahar,
ahora que no arrecia, que acaricia,
y antes de que sea demasiado tarde;
la prudencia te ha traído hasta aquí,
es cierto,
no quieras retirarte para siempre
sin haber vivido.
Claro que no queremos retirarnos sin haber vivido, hay que respirar y sentir todo este ambiente que has descrito tan magistralmente.
ResponderEliminarFuerte abrazo.