Una palabra, tan solo una,
pero con el delicado acento de un motete
que se haga coca en mi oído
y convierta las sombras en luz
y lo angosto en abrazo íntimo.
El poder de esa palabra
será el desencadenante del apoteosis,
como esas primera notas del concertino
ponen en movimiento a toda la orquesta.
Tu boca sellada es volcán inactivo;
te repito, una palabra que ponga en acción
-como estallido-
la resurrección de la que espero despertar
para perderme en silencio
en la prisión abierta de tus brazos,
y vivir incondicionalmente
de tu ansiada dependencia.
La palabra dependencia es odiada por los políticos en este país.
ResponderEliminarUn abrazo.
El poder de la palabra es fenomenal, es el poder del pensamiento y la poesía es su mejor expresión.
ResponderEliminarBuen poema, amigo, aplausos.