Olvido, un morir lentamente,
un borrado parcial,
una partitura sin melodía
que arrastra las notas del estribillo
estirándolas por miedo al vacío.
Y así, en los residuos de lo notorio,
va trompicando una y otra vez
por la falsa escaleta,
repartiendo una y mil veces
la cacofonía de lo brillante
sin la médula de lo trascendental.
Como duermen las brasas
sus últimos bostezos,
antes de quedar reducidas a cenizas,
así el olvido es muerte anticipada
que carcome cada resorte activo,
hasta cerrarse en noche profunda.
El olvido absoluto desemboca,
-por la cascada del silencio-
en el temido abismo de lo eterno.
De hecho, se me ha olvidado hacerte un comentario.
ResponderEliminarSaludos, Paco.