Detrás de un día desapacible
de opacas y densas nubes,
una luz difusa y tenue
nos ayuda a reconocer las tinieblas
y visualizamos el flotador
como patrulla de salvamento.
A veces no vemos el sol
y nos maniata la oscuridad
sin vislumbrar el camino,
pero el camino es tan verdadero
como lo es la expectación
de llegar por su senda a la meta.
Me encamino tras el fulgor,
tan solo imagino, idealizo,
sin vislumbrar otra cosa
que una espesa niebla,
pero su esencia es presencia viva.
Llega la noche a mi mente,
se intensifica la oscuridad,
mas al fondo, tintinea la Esperanza.

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