01 octubre 2024

EN BÚSQUEDA

 




No la encontraba,

pero vivía conmigo, entrelazada

como los cordones de los zapatos.

Lo necesario, cuando se dispone de ello,

es tan sordo como el murmullo de las hojas

en la arboleda,

que tienes que prestarle atención

para oír su música.

Mi monedero no suena mucho,

pero siempre tiene lo suficiente

para consentirme

ese café que me espabila y entona

y me ayuda a mirar la luz del día con plenitud.

No supe que era feliz

hasta que pasé verdaderas dificultades

y allí estaban los mío para arroparme.

No se ve el horizonte desde dentro del agua,

ni siquiera la mar es visible cuando buceo,

ni se aprecia el cielo desde lo pedestre;

no padece hambre quien hace tres comidas al día

ni sabe conjugar la palabra libertad

quien no está o ha estado privado de ella,

o de salud.

El roce diario no me ayuda a valorar mis riquezas,

son las carencias las que nos ponen en búsqueda.

3 comentarios:

  1. Tienes tanta razón...a veces la felicidad está a nuestro lado, acariciandonos, susurrandonos melodías casi imperceptibles pero que te hacen estar sonriendo todo el día, pero sin embargo, muchas veces ni lo notamos...hasta que un día...algo arrebata tus motivos y ya es tarde, muy tarde para decirle lo bien que le hacen sus zapatos a tu vida..,muy sentido tu escrito....bss

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  2. Y desde la quietud de mi búsqueda, tu palabra me orienta.

    🌹

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  3. Será por lo que cuentas que cuando salimos a la calle no vemos ni la pobreza, ni la indigencia, ni el racismo, el sin hogarismo, los niños en la calle, ni nada de nada, hemos caido en la apatía.
    Un abrazo

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