En sus erosionados cuerpos
el roce y el desgaste de los tiempos,
los pliegues y arrugas de la piel
como mapa inequívoco y mudos
de los caminos vividos y explorados.
Con las fuerzas que restan
gesticulan y vociferan cada jugada,
retozar y manipulan los naipes,
los hacen bailar en sus temblorosas manos,
antes del golpe y envite sobre el tablero.
Esa baza justifica el gozo
de ganar o perder matando,
al tiempo que da otro sorbo
al descafeinado o la cerveza sin alcohol
y en la sonrisa burlona y el guiño
evoca a quien nunca dejó de ser.
Las copas y otros arrebatos físicos
forman parte del adormecido vigor del pasado.
Vieja puede ser su envoltura, pero en su interior puede anidar un espíritu joven.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque el cuerpo se arruga, el orgullo y la humildad de cada cual siguen vigentes en el juego...Genio y figura...Francisco.
ResponderEliminarNos haces reflexionar sobre los contrastes entre cuerpo y espíritu, amigo.
Mi abrazo entrañable y feliz Dia de los Santos.
matar el tiempo, cada cual lo hace como puede.
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