Hubiera dado algo importante
por tu cercanía mil pasos
antes,
pero tú, pétreo obstinado,
─también
húmedo─
te acomodas a tu sorda e
insensible
terquedad con las visitas.
Has oído todos los
cansancios,
todos los bostezos, las
intimidades
y arrumacos de amores
primerizos, o avejentados,
las largas sentadas, las
largas esperas,
los acomodos y los de
asientos inquietos.
Ni te ofreces, ni te niegas;
tan solo eres presencia dura
y duradera
que resiste todas las
huellas,
salvo el moho y el musgo que
te viste de anciano.
He soplado las hojas, he sacudido
los excrementos de las
palomas
y me acoges
con tu escasa ternura,
mientras robas calor de mi
cuerpo,
piedra taciturna.
¡Por fin! Aquí estamos, firmes como tu banco de piedra ♥ pero te recibimos con mucha ternura, agradecidos por el reencuentro con tu pluma sabia. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, Adriana, por la ternura de tu recibimiento.
EliminarUn fuerte abrazo.
Ay, si las piedras hablaran.
ResponderEliminarPor cierto que hay que tener valor para sentarse en el frío granito un crudo día de invierno de esos que hacen por la meseta.
Un abrazo, Paco.
Mis dificultades para caminar me ayudan a ver un Banco vacío a gran dstancia, pero a veces hay que pasar de la fría piedra para no poner en riesgo la temperatura corporal.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Un placer leerte, amigo Francisco. Parece ser que ese banco tiene la piel más dura que el de Bankia. Que pases un bonito día.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan.
EliminarUn abrazo.
Buen homenaje a ese banco que te/nos acoge siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Chelo. Ya sabes con qué ojos de agradecimiento miro los bancos del paseo, aunque no siempre es posible hacer uso de ellos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola, buena hoda a un banco,¿ es el tuyo, te sientas en él?, sería feliz compartiendolo contigo.
ResponderEliminarNo, ese no es mi banco, aunque sí al que me refiero: un banco anónimo y tradicional como los hay por cualquier parte.
EliminarUn abrazo, Demofila.
Si fuera banco me gustaría que me dijeran esas cosas, no que me pusieran el culo encima. Un abrazo.
ResponderEliminarJa, ja, ja... Te ha salido del alma, Felipe, y no te falta razón.
EliminarUn abrazo.
Así, esos bancos, duros, fríos en apariencia superficial y de eterna calidez en nuestra existencia.
ResponderEliminarUn abrazo con anís.
Casi siempre suelo llevar algún libro de bolsillo y últimamente un E-book. Lo cierto es que se disfruta mucho poder descansar y perderse en la lectura.
EliminarUn abrazo anisado.
Testigo mudo de quien sabe cuántas historias de alegrías o de sufrimientos... de amores y de besos a escondidas.
ResponderEliminarAbrazos.
De todo eso, Rafael, de retazos de vida que para el banco son como un puzzle.
EliminarUn abrazo.
Se agradece mucho un banco, después de una larga caminata. Prefiero ese banco de piedra, que esos bancos incómodos de la estación de autobuses de Córdoba de la sala de espera, prefiero salir siempre a donde está la salida de autobueses , donde hay algunos de piedra.
ResponderEliminarBesos
Lo curioso de los bancos modernos es que todos los ayuntamientos los "ayuntan" del mismo proveedor, con lo que no se distinguen sino que son idénticos los de cualquier ciudad o pueblo. Si tuviera influencia le diría a quien corresponda que cambie los de la Estación de Autobuses de Córdoba.
EliminarUn abrazado beso.
¡Qué importante ,o has hecho escribiendo sobre él...!
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