Un acentuado sopor
recorre mi cuerpo:
el viento dormitando
el abandono,
me ha zambullido
en el sollozante suspiro
de tortuosos espectros,
esos que se licúan por cada
poro
y riñen con el buqué desafinado
que se deshidrata en el
jarrón.
Una cabezada
y el cuello se ha desplomado
sin rumbo y desorientado
hacia la nada.
Es el tercer día de encierro
en este in crescendo
sin pausa ni límites,
en plena afonía de la brisa.
En este mar de fuego,
tan sólo atenuado en la
aurora;
todo ha quedado suspendido,
vedado, prohibido
como pecado capitalino,
como capricho de un mal
legislador
que niega lo evidente.
Ayer con 42 grados a la sombra, ni la siesta se pudo dormir.¿Que pecado hemos cometido para que el verano se alargue en el tiempo?.
ResponderEliminarUn abrazo !!
Debe ser para que destilería los excesos de cervezas y helados. Ja, ha, ja...
EliminarUn abrazo.
El calor hace estragos, incluso en la lírica.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Tienes razón. Voy a aparcar la pluma por unos días.
EliminarUn abrazo.
No me refiero a tu capacidad de producción ni a tu genio creador, sino a los temas que nos asaltan cuando andamos bajos de defensas por el "pugnetero" calor. Esto es agobiante.
EliminarOtro abrazo, Paco.
Con este calor, ni asomar a la calle una quiere. Tan solo me apetece estar en la orilla del río de mi pueblo, de momento pienso, con nostalgia. Aquí la ciudad arde...
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Ángela. Espero que pase pronto esta ola sahariana y nos de un respiro.
EliminarUn abrazo.
Por fin ha menguado la cosa y salvo alguna locura al final de mes, nos llegará ese otoño esperado. Muy buena esa fotografía como toque de humor al poema. Lo de prohibido pescar da pie a una conferencia.
ResponderEliminarUn saludo cordial y acordelado y largo para que os llegue a todos los que visitáis este fructífero cincón.
ANGALU
Muchas gracias por tan jugoso comentario.
EliminarUn abrazo.