06 agosto 2020

MIRO A LO ALTO


 

Miro a lo alto y me siento pequeño,

enano, insignificante, apenas nada.

Los excesos lumínicos solo me dejan

ver la luna, a la que le falta un mordisco,

y la estrella polar señalando el sur

con el tesón y donación de una madre.

 

Me siento pequeño. Soy pequeño,

como escueta es la noche veraniega.

Hay algunas nubes como dibujadas a difumino,

sin amenazas en su lento fluir

de formas caprichosas.

 

Alguien está subrayando la bóveda celeste

con el capricho y la habilidad

de un maestro en murales.

Ayudado con la brisa de poniente,

las formas evolucionan con la magia

de un experimentado prestidigitador;

también se agita el magnolio y su fragancia

frente a mi terraza, pero no adivino

la mano que pone en funcionamiento tanto prodigio.

 

Se hace tarde. Pasan unos jóvenes

voceando la resaca de su fiesta

y ni miran hacia lo alto, ni se percatan

del descanso de los que duermen

y habrán de madrugar para sudar el pan.

 

A pesar de la pequeñez, todo está a nuestro alcance:

mirar a lo alto, contemplar y admirar,

mirar por el otro y guardarle respeto

o mirarse a sí mismo

y tomar medida de su insignificancia,

─como aves de paso─

por el abrevadero de los días.

7 comentarios:

  1. Hola Francisco. Somos como una mota en el universo. A penas nos damos cuenta que somos tan frágiles que un día pereceremos. Y tenemos poco respeto por los que aun no están de vacaciones y tienen que madrugar.
    Abrazos

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    1. Esa es nuestra realidad, Isa, apenas nada. Por eso cada día se me hace más incomprensible la envidia, la avaricia y el odio al otro.
      Un abrazo.

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  2. Mirarse sólo a sí mismo no es bueno para nadie, hay que mirar también a los demás y siempre tener en cuenta sus derechos, si así se hiciera permitirían dormir a los que tienen que madrugar para ir a trabajar.Saludos

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    1. Pero son muchos los que piensan solo en sí mismo, y así nos va, Charo.
      Un abrazo.

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  3. Somos tan pequeños ante la grandeza del universo. Lindo texto amigo. Saludos.

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    1. El universo inconmensurable y nosotros insignificantes.
      Un abrazo.

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  4. Creí que ye había puesto iun comentario con el chiste aquel de la primera vez que un hombre dijo"no somos nadie"

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