04 junio 2012

LOS LUNES, COLADA


Estos dos últimos días los he dedicado a la más rabiosa actualidad, en cambio hoy quiero retrotraerme al pasado y revivir aquellas estampas de la niñez de las que se nutre la personalidad de todo ser. El pasado día 30, festividad de san Fernando, patrón de Sevilla, fue nombrado hijo predilecto de la ciudad Felipe González. No quiero entretenerme en la normalidad y salud democrática de haber sido reconocido por un ayuntamiento con mayoría del PP, cuyo alcalde tuvo para él palabras muy elogiosas y tratamiento de presidente, sino al comentario que hizo Felipe en el que venía a decir algo con lo que no estoy totalmente de acuerdo, si bien tiene una gran base de realidad. Venía a decir, repito, —no entrecomillo porque no tengo la frase exacta— que se viven los primeros veinte años y el resto del tiempo se vive de esas rentas. En mi caso, debo a Ojén la memoria de mis primeros años, el vínculo familiar con los que se quedaron, y el deseo siempre vivo de volver a sus calles y a sus gentes, pero reconozco que fuera de allí también me fui construyendo la vida.

Y volviendo al inicio, hoy quiero hablar de la antigualla  de aquella vida en la que los días estaban marcados por los quehaceres y que asignaba a los lunes la tarea doméstica de la colada, los martes a repasar la ropa —aquella ropa se rompía y se le echaban zurcidos y remiendos—, los sábados estaban destinados a la limpieza general y los domingos para las tareas imprescindibles de la comida, la misa y el paseo. Los jóvenes de hoy no pueden entender que se lavara sólo los lunes, como también les costará entender que no existían lavadoras y que ni siquiera se disponía de un grifo en casa. Era otra vida; eran otros tiempos donde el esfuerzo y el trabajo no tenían ni límites ni el suficiente reconocimiento.


Los lunes, después de que los niños se hubieran ido a la escuela, las madres cargaban con el baño de ropa y se iban al río a restregar hasta devolverles la pureza perdida en juegos y trabajos. Sí, algo similar a lo que ahora vemos en los documentales de algunas sociedades que parecen ancladas en el tiempo. Después del primer lavado solían restregarle nuevamente jabón y colocarlas al sol para que se reblandecieran las manchas y en un segundo lavado poder dejarlas impolutas. El acabado final era, tras el último aclarado, ponerlas a secar y volver cargando con el baño de ropa a casa: una tarea ímproba, donde cada mancha era una especie de castigo para la madre y las hermanas mayores.

Todo esto ha surgido al encontrar esta imagen antigua de las lavanderas en el río Almadán, a su paso por el pueblo —ahora cubierto y sirviendo de aparcamiento en su superficie—y recordar a las lavanderas y los juegos de mi infancia en el agua y fuera de ella.

18 comentarios:

  1. Yo no he conocido lo de ir a lavar al río, pues en Granada había agua en las casas cuando yo nací, pero sí recuerdo que se lavaba a mano en la pila que estaba en el patio y también la primera lavadora semi-automática, que nos parecía maravillosa a pesar de que no hacía apenas nada.

    ResponderEliminar
  2. Yo recuerdo haber acompañado a mi madre al río cuando iba la lavar. También recuerdo que lavaba la ropa pequeña (yo tenía tres años y mi hermano uno) a la puerta de casa, en un barreño de cinc y con la tabla de lavar.
    Son imágenes que tengo gravadas ... como aquella de haber roto el botijo al volver de la fuente con agua fresquita .... eso fué peor.
    Besos!

    ResponderEliminar
  3. YO TAMIBEN RECUERDO QUE DE NIÑO FUI A UN RIO PERO NO PARA LAVAR SI NO PARA VER. PERO HABIAN VARIAS CAMPESINAS QUE SI ESABAN LAVANDO CON SUS HIJAS SACUDIENDO LA ROPA DEVORADA POR LA SUCIEDAD . EN FIN. SALUDOS!

    ResponderEliminar
  4. A pesar de no haber transcurrido tantos años la forma de vida cambió mucho, y en muchos aspectos yo no diría que para bien.
    :-) Se quejan ahora muchas mujeres por tener que poner la lavadora, me gustaría saber que dirían si tuvieran que ir a lavar al río.

    Buen día

    ResponderEliminar
  5. Hola Paco, me ha gustado mucho esta entrada. La foto es preciosa. Yo era muy chiquitina cuando en mi pueblo lavaban la ropa en los caños. Así se llama. Y en otros lugares en donde se formaban arroyos y las mujeres iban cargadas con sus cestos de topa y lavaban. Luego echaban al sol y hasta que no se secaba no volvían a casa.
    A mí me han dicho que en el pilón de lavar, se ponían primero las que ya habían quitado gran parte de la suciedad. Y las madres que iban con las gasas de los bebés llenas de caquita, se ponían al final del pilón donde éste desaguaba párate del agua y con ello de suciedad. Y entre esa agua la gran suciedad del pilón que iba hacia abajo. Una vez quitada la suciedad flotante de las ropas jajajaja, se ponían en la cabecera del pilón.
    Según me han contado, mi madre no podía lavar porque no tenía fuerzas, y una prima suya lavaba la ropa de su casa y la de mi madre.
    Me han contado que en invierno tenían que romper el hielo para poder lavar. Ufffffffffff, menudo dolor de manos congeladas al lavar en aguas tan heladas. Y eran muy felices porque no conocían otra cosa.
    Y ahora con todas las comodidades y aun no somos capaces de ser felices. En fin, que un bonito homenaje a las lavanderas que tanto trabajaron para que sus familias lucieran las ropas más limpias del lugar.
    Saludos y un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Con respecto a la frase de Felipe González, no tengo muy claro esa realidad, aunque todo depende desde cuando empieza a contar ¿desde que naces, a partir de los 10 años o de los 20 cuando terminas tus estudios y comienzas a trabajar y formar una familia?. Hace unos días escuchaba a una mujer bastante conocida en el mundo de la radio y manifestaba que fue el periodo de sus 40 años el mejor de su vida.

    Por suerte ya no hay que llevar la ropa a lavar al río, aunque aún hay gente en algunos pueblos donde aún quedan lavaderos públicos que van a hacer la colada porque dicen que la ropa queda más limpia, seguro que será verdad, pero no me gustaría que nadie de mi entorno tenga que acudir ahí, las lavadoras están para lavar y si la ropa sale menos blanca, pues a apechugar, no se puede pedir todo.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Los jóvenes de ahora, esos "chavales" que tienen menos de 50 años, no saben afortunadamente las penurias cotidianas que pasaban sus mayores para sacar adelante sus familias. Esperemos que por la crisis no tengan que volver a pasar por ello.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. No conocí eso de ir al río a lavar la ropa, pero en mi pueblo había un lavadero magnífico cerca del arroyo Carchena que nos servía a la chiquillería para jugar, y que el político de turno echó abajo ¡cómo no!

    Un abrazo Fco.

    ResponderEliminar
  9. Hola Paco!!!! Es bonito recordar esos momentos de la niñez que ensalzan los oficios perdidos. Las costumbres van cambiando con los años y por la tecnología pero lo añejo deja buen sabor de boca. Ojén, Ojén....!!!! Ya me entiendes!!! Besos cariñosos primo.

    ResponderEliminar
  10. A esas madres habría que hacerles mil monumentos. No somos conscientes de cuánto han cambiado las cosas en tan poco tiempo hasta que no vemos imágenes así. Parecen cosa de un pasado tan remoto, y sin embargo no es así.

    Feliz tarde

    Bisous

    ResponderEliminar
  11. Hubo una vida mucho más sacrificada que la actual. De eso me propuse hablar a la vista de esta fotografía de los años 50-60. A quienes no conocieron estas circunstancias, decirles que con certeza sus madres y abuelas; a quienes la conocieron, recordarles la bravura de sus seres queridos; a todos, que ahora gozamos de la vida menos esforzada que el ser humano tuvo nunca.

    ResponderEliminar
  12. Y lñuego nos quejamos porque tenemos que poner la lavadora, tender la ropa en las cuerdas del patio de luces y plancharla. ¡Qué cosas! Y eso mismo nos pasa cuando tenemos que fregar el suelo, cuando en otro tiempo tenían que arrodillarse y hacerlo a mano.
    Saludos

    ResponderEliminar
  13. Lindos recuerdos querido Francisco.
    En aquellos años había pocas cosas, nada de comodidades como ahora. Yo nací en la década del 60 pero me acuerdo de que eramos más felices, será que yo era pequeña.

    Besos

    ResponderEliminar
  14. Yo no he vivido sin lavadora ni he sufrido el lavar a mano en duras piedras cerca del río.
    Pero sí sé reconocer lo mucho y muy duro que se trabajaba antes y la admiración que en mí siempre provocó ese hecho que me contaban mis padres.
    Me tuvieron bastante mayores y mis primeros hermanos sí que recordaban cosas como las que cuentas.
    Me parece enternecedor esa sumisión al sufrimiento,la aceptación y lucha constantes y sin embargo,saber disfrutar a la vez de instantes sencillos y bonitos.
    Besos.

    ResponderEliminar
  15. Que duros aquellos tiempos y que valientes aquellas mujeres. No lavé en el rio pero si en una lavadora manual, suficiente para entender cuanto trabajo daba aquello. No estoy muy de acuerdo con la frase de Felipe o no la capto bien, los primeros 20 años tienen pocas rentas, las rentas de los primeros 20 dan poco de si, creo yo. Una foto historica, me ha gustado
    Bsss

    ResponderEliminar
  16. Me acabo de dar cuenta que mi comentario a esta entrada la puse en una anterior titulada Los chorros.Voy a tener que centrarme un poc, pues esto no me habia pasado nunca.

    Decia así:

    En aquellos tiempos no tan lejanos, en todas las ciudades, pueblos y aldeas de España hubo muchas mujeres dedicadas a ese menester, mujeres de todas las edades, ancianas e incluso niñas que lavaban la ropa de la gente que podía pagarse el servicio.

    Tu escribiste hace tiempo una entrada titulada Los chorros, y aquella entrada hizo que yo escribiera otra llamada "enlazando recuerdos" que trataba acerca de las lavanderas ¿te acuerdas?, esta entrada de hoy me ha hecho recordarla.

    Hacia dias que no entraba en tu blog a comentar y ya me remordía la conciencia, no ha sido ni por descuido ni por olvido, sabes que siempre estoy pendiente de mis amigos, otras razones han sido las causantes de mi ausencia, que aclaro, nada que lamentar, solo que el tiempo no me alcanza como yo quisiera.

    Un fuerte y calido abrazo

    ResponderEliminar
  17. Lo que es la vida o mejor dicho lo que a cambiado. Como tu bien dices, antes se zurcía la ropa y en los rotos mas grandes se ponía un parche o remiendo, pues bien, hoy en día los pantalones rotos y con parches se venden en los comercios y a buen precio ¡vivir para ver!
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  18. Recuerdo que cuando era niña, en casa, se lavaba en una pila que había en el patio y con jabón hecho por mi madre.
    Un abrazo

    ResponderEliminar