27 junio 2010

PLAYA DE LA FONTANILLA

“Después de bañar sus delicados cuerpos en el Permeso, en la Hipocrene o en el divinal Olmeo, formaban hermosos y encantadores coros en la cima del Helicón y danzaban ágilmente. Luego partían de allí, ocultas por copiosa niebla, y caminaban durante la noche dejando oír su voz lindísima para celebrar a Zeus… “ (La Teogonía, versos 5-12, Hesíodo)

No es cosa fácil centrarse en la lectura y tratar de no perderse el espectáculo de los cuerpos semidesnudos. Refugiado bajo la escasa sombra y embadurnado de protector solar, las páginas son un combate eterno entre el intelecto y los sentidos. El Maditerráneo se hermana con las aguas del Egeo a muchas millas de la Playa de la Fontanilla, pero levantar la vista de las páginas del libro y ser seducido por la pasarela de arena, agua y salitre, es algo tan involuntario como la secuencial de pequeñas olas de espumas blancas sin fin. Aquí también los delicados cuerpos se abrasan al sol y evolucionan como danzando al ritmo de encantadores coros para nada virtuales. Sacudo el libro de partículas de arena, cierro las tapas y las laderas del Helicón están pobladas de ninfas que se contorsionan hacia la cúspide, como en divinales páginas de un libro cercano y tangible. No tengo dudas: esto debe ser el Olimpo.

2 comentarios:

  1. ¡¡Guauuuu!!! que preciosidad de escrito, con un final de ensueño poético y la sensación maravillosa de encontrarse en el Olimpo. Muchas felicidades Francisco. Sigue cerrando los ojos y sigue imaginando y luego compartiendo escritos tan hermosos, es una delicia leerlos.

    Un fuerte abrazo dominical

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar