10 junio 2010

DAR Y RECIBIR

Parece que todos podemos estar de acuerdo en que para poder dar hay que haber recibido anteriormente, ya que nadie puede desprenderse de lo que no posee. Pero también es obvio que para dar no basta con la condición previa de tener, sino que se requiere el valor añadido de la generosidad; eso explica cómo hay personas que teniendo mucho no dan nada y otras que careciendo de casi todo dan de lo poco que tienen e incluso de lo que necesitan.

Me viene a la mente una bella presentación en Power Point, una metáfora del río Jordán y su curso por el Mar de Galilea hacia el Mar Muerto: mientras que el primero recibe y da, conservando la potestad de la vida para sí y para aguas abajo, el segundo muere en su cerrazón de acaparar, lo que hace que en lugar de vida sólo contenga una altísima salinidad donde todo vestigio vital se hace imposible.

Así también entre las personas, así también en el amor. Dar debe significar puro desprendimiento, placer en la generosidad sin esperar nada a cambio; por el contrario, dar como permuta de lo que se espera recibir es sólo egoísmo que nunca se verá satisfecho, porque siempre es mucho más lo que se sueña que lo que se termina recibiendo. Aquellos que tienen la virtud de dar sin esperar la contrapartida, los que encuentran placer en la donación, reciben siempre la recompensa; mientras que el que da como inversión termina por hacer un negocio ruinoso, será por eso que, aunque incomprensible para muchos, sea mayor el placer de dar que el de recibir.

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo con tu aseveración Pero .....¿convencerás a todos con tu sensata opinión?
    En cada persona se constata un universo completo pero de una diversidad elocuente, Como diversa es su opinión al respecto sobre cualquier temario, indiscutiblemente.
    Es un exelente post ¡TE FELICITO!

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  2. No es nada fácil amar, tampoco lo es dar todo lo que puedes desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, siempre presente estará el orgullo humano, la ambición, la envidia, entre todos, poniendo puertas a los vientos de la generosidad, del saber amar y dar. Somos unos imperfectos, nos vanagloriamos de ello y nos escudamos tambien detrás de esa imperfección para exculparnos de cualquier mala acción o mal proceder.

    Un fuerte abrazo generoso, desprendido, con la sóla intención de abrazarte, así, sin más.

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