Una pesadilla,
un callejón sin salidas,
una cueva donde se molturan los sueños
y los miedos se visten del lodo
indescifrable del pánico;
una cortina de humo
como tramoya de un todo
que sin guion ni argumentos
trastoca el ritmo de la vida,
empaña la solidez tradicional
y minimiza las derivas desesperadas.
Telones, trampas, argucias,
simulacros que mienten y engañan:
no hay culpas, y si acaso, ajenas,
un nudo sin trascendencia,
una dinámica que duerme
en el confort de la espera,
demoras que se amodorran
en noches que se eternizan,
eso es todo, nada.
Total, mirando por ellas
por no dar malas noticias,
“para no generarles ansiedad”.
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