No me esmero en mi prestigio personal,
la mercancía que manipulo
es de relativo valor,
salvo para mi intimidad del día a día.
Es cierto que ensarto palabras
como con el espadín de mi nombre,
pero también lo es
que no se trata de un trampolín
desde el que saltar al estrellato
sino al ejercicio diario planificado
para que no se desenganchen
mente y cuerpo de este vagón de tercera
que acabaría cediendo el paso
a correos y mercancías.
Siempre fui más del día que de la noche,
me motiva el alba y me opacan las tinieblas.
Mi porvenir está en desaparecer
al otro lado de la visual con equipaje de mano,
por la contra curva de una agitación mal resuelta
que llevará directamente al olvido,
ese rasero del que solo los elegidos escapan
y donde todos nos igualamos más o menos.
Dada la levedad de mi ser,
será un verbo transitivo, una cometa de luz
que me llevará en brazos de la nada,
como hojarasca seca movida por el viento.
Mientras hagamos cosas, estamos vivos, sigamos con ellas.
ResponderEliminarSaludos
Tienes razón, Emilio. El problema es quedarnos quietos, paralizarnos.
EliminarUn abrazo.
Es lo mejor que podemos hacer para llevar una vida más saludable, hay que estar siempre activo y no dejarse llevar por la pereza. Hermoso tu poema, se nota que tu mente siempre está activa. Saludos
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