Los ríos se abajan siempre,
van de menor a mayor
perdiendo ímpetu en su caminar
y ensanchando su caudal,
hasta entregarse en otro lecho
y prescindir humildemente de su identidad.
Algunos, los de marcado carácter,
son de los que se apropian
de los caudales ajenos, se engrosan,
y tras su recorrido vital
desaparecen en el anonimato
de unas aguas abiertas y salobres.
No comprendo el proceder del hombre,
que no hace sino imitar a los ríos:
van también de menor a mayor,
derrochando ímpetu en su camino,
ensanchando la cintura y la cartera
hasta entregar sus vidas por mor del vil metal.
No es obstáculo alguno embarrancar
a quien se interponga o haga objeción,
procediendo sin la menor limitación
y olvidando gozar del recorrido
como de vivir y dejar vivir.
“Nuestras vidas son los ríos”,
que no dejan de fluir constantemente,
mas a la vuelta del más insospechado meandro
“que es el morir”, ya no hay vuelta atrás.
Y nuestras aguas irán a desembocar al mismo mar, al charco las viñas, al reencuentro definitivo de nuestros amados ancestros.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo del Charco de las Viñas me ha calado hasta el alma.
EliminarUn fuerte abrazo.
Ahí esta un recuerdo a Jorge Manrique: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar..." Rodamos y rodamos por la vida para desaparecer después, sin darnos cuenta de que hay que disfrutar cada instante...y no ambicionar más y más como los mandatarios del mundo, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz mes de marzo.
Solo en la sencillez se consigue ser feliz, María Jesús. Que tú lo seas por siempre jamás.
EliminarUn dulce abrazo.