Vivir no permite ensayo:
hay que pasar y jugársela
en directo por la escena de la vida.
El día era largo y eternizable
en los bancales y veredas,
donde el sudor profuso,
pero fugaz en el dulzor ocioso
y placentero de la plaza.
Eran tiempo felices,
porque así de insolente
se manifiesta la juventud;
pero al cabo, tiempo de penuria
donde la impronta es siempre una sonrisa
en la que eternizar el hoy
con la amenaza soterrada del mañana.
Es fácil mirar atrás y ver el camino,
leer la historia en las enciclopedias
mucho más que la amarga o dulce
experiencia vivencial,
ahora imposible.
La vida no admite ensayos,
como tampoco representaciones escénicas:
ni guion, ni apuntador,
tan solo el vértigo del directo
con escasas opciones de triunfo
o de un probable y estruendoso pateo.
A lo largo de la vida se hacen muchos ensayos, en unos aciertas en otras fallas, y eso es la vida una suma de errores y aciertos.
ResponderEliminarSaludos
Sin la menor duda, Emilio. Nos pasamos la vida corrigiendo errores.
EliminarUn abrazo.
Tras nuestras acciones, alegrías y penas, una voluntad superior.
ResponderEliminarUn abrazo
Y cómo consuela.
EliminarHermoso poema, sin dudas la vida se vive sin ensayos y si algo sale mal no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarSencillamente son hermosas tus palabras, saludos.
PATRICIA F.
Muchísimas gracias, Patricia.
EliminarUn abrazo.
La vida no solo no admite ensayos, sino que el guionista es malo de narices. Menos mal que nos queda la escritura.
ResponderEliminarSaludos.
Ni admite ensayos, ni acepta guiones ajenos.
EliminarSaludos, José Antonio.