El paseo nocturno envuelve
en su luz natural,
un intimismo en vela
con alguna ráfaga de luna
como sextante entre las ramas.
Bajo los pies, una alfombra de hojas
ponen música a los pasos
y obliga a tener precaución en el andar.
El sol duerme profundamente,
la luna bosteza entre nubes
y se toma descansos alternativos
como un leve tartamudeo al expresarse.
A orillas del río, la soledad es menos intensa
pero se acompaña
de la musicalidad del agua,
y acompasa la sonoridad
de las suelas del calzado sobre el firme.
Dicen que no hay dos noches idénticas,
pero el invierno impone su marchamo
de singularidad exclusiva.
Te deseo lo mejor para este año, que he estado alejada de tus lares.
ResponderEliminarBesos
¡Qué alegría cuando me dijeron...! Muchísimas gracias, Tracy.
EliminarBesos.