04 enero 2025

PASA EL TIEMPO

 




Pasa el tiempo travistiéndose:

amanece, sestea, anochece,

pero nunca pasa nada.



Un día sucede a otro día

como la luna mengua

después de haberse colmado.



Una cima, otra sima;

una subida, una bajada

y todo vuelve al punto de partida.



El bebé es un ser indefenso,

el adulto trata de ser un aguerrido,

el anciano tiempo colmatado

que se debilita tratando de volver

a los orígenes sin lograrlo:

un tránsito hacia lo eterno

del que nadie escapa victorioso.



Aquí no pasa nada, tan solo el tiempo.

03 enero 2025

CABALGANDO LOS DÍAS

 



Palidece la tarde,

avanza la tibieza en retirada

hacia el precipicio del horizonte,

pierde el río su irisado maquillaje

y se remansan las prisas

antes de que se encienda

el alumbrado público.


Se ha adormecido un tanto el alborozo:

los niños abandonaron sus juegos,

las palomas se han replegado

y habitan en silencio las copas de los árboles,

la tarde enmudece lentamente

y se hace noche cerrada.


Debería escribir la carta a los Magos,

pero no se me ocurre pedir otra cosa

que un poco o un bastante de vitalidad,

esa que se fue cabalgando los días

como si habitara un infinito anochecer.





02 enero 2025

RECORDAR

 



Recordar. Volver a vivir

en la dimensión incorpórea

el tacto de tu mano en la mía,

los largos silencios

o las risotadas que siguieron

a cada una de nuestras miradas.

La senda imprecisa que va

de tu mano a mi mano,

el recorrido de ansiosa espera

que precedía a cada encuentro.


Recordar. Rememorar. Revivir…


Tras el visillo de los días,

la bruma que todo lo enturbia,

salvo la calidez de tu mano en mi mano,

y la explosión silente

que acallan los besos.

01 enero 2025

QUÉ IMPORTA

 



¿Qué importa que sea uno de enero

o dos de juliembre,

si el primero es efímero y resacoso

y el segundo no existe?

En mi vida laboral de hostelería

me acostumbré a no distinguir

los días de la semana

y a temer a los festivos y puentes

como si los pilares de este

descansaran sobre mis hombros.

¿Qué hago yo vistiendo calzoncillos rojos?

Temo a los puentes

como temo a una posible riada,

y ni la monotonía monocorde

de una niebla densa que lo oculte

lo aparta de mí como mal incardinado

que nunca me abandona.

Los días de enero son breves

y el sol efímero

y sin fuerzas para causar graves daños.

¿Qué importa que tanta cosa absurda

desfile por mi mente

como un tropel en desbandada,

si en el fondo eres tú,

y solo tú,

quien pone orden en mi vida?

Seguro que, junto a ti,

hoy será un día luminoso,

cuando pase la resaca.