09 marzo 2019

SAXO JAZZ




La noria de la vida
lo había aupado al garito más prestigioso
de la ciudad noctámbula,
allá donde se trasiega el alcohol,
miradas con acuse de recibo
y sustancias prohibidas.

Él era un todo integral con la doble
curvatura de su saxo,
con el que había aprendido a transmitir
y a contagiar lágrimas negras
entre luces de neón
y vaharadas densas de humo.

En sus ojos el negro colirio de la noche
y en su día la contracorriente
de divertir a insomnes y bajos mundos.

Antes, en los sótanos del Metro
todo había sido inapreciable y transitorio:
madrugada por aurora,
miradas compasivas o desprecio opaco
por reconocimiento y clamor;
a lo sumo unas monedas,
los altibajos de los cangilones de la vida.

5 comentarios:

  1. Son muchos los artistas callejeros. La mayoría de ellos se quedan en el anonimato, como les pasa a escritores, artistas...
    Un abrazo, Paco.

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    Respuestas
    1. Tú deberías estar en todas las librerías que se precien. Estás en la mía, aunque no sea importante.

      Un abrazo.

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  2. Un drama que es más abundante de lo que quisiéramos. La boda del artista no es fácil.
    Un abrazo grande.

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  3. Buena metáfora "la noria de la vida", Francisco...Esa noria que prueba al protagonista de tu poema y que sabe resistir con integridad y amor a la música. Bello homenaje a todas esas personas, que la fortuna y el éxito no les cambia, siguen siendo honestos y fieles a si mismos.
    Mi felicitación y mi abrazo, poeta y amigo.

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