07 diciembre 2018

BUSCABA LA SALIDA




Buscaba la salida,
ya no podía más con la vida
y la encontré en el fondo de la copa,
a la que siguieron tantas
que ni contarlas podría.
Me ahogaba y remé mar adentro,
una, otra y mil brazas, copa sobre copa;
cuando tienes el agua al cuello,
aunque no sepas nadar,
es tan grande la desolación
que sólo ves copas con forma de salvavidas.

En el caos de las copas,
me anegaba los celos, las envidias
y la incapacidad para resolver
la manera de mirarme a los ojos.

Cada día más ciego,
mi vida era un precipicio,
un terraplén por donde lancé mi dignidad.

Una ventolera alcohólica me lanzó a la calle:
perdí la familia, los amigos, el techo…

Hoy, mi enemigo visceral soy yo mismo, son las copas;
mis amigos, vosotros, los anónimos
que también buscáis la salida, 
como yo, de mí mismos, 
de mis circunstancias y de mi adición.

8 comentarios:

  1. Lo malo es cuando un alcohólico -aunque sea en abstinencia- se mete a presidente del imperio.
    Abrazos, Paco.

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    1. El alcoholismo, como todas las adiciones, destroza la vida de quien lo padece, y de paso la de todos los que están cerca de él.

      Un abrazo, Cayetano.

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  2. Una de las muchas consecuencias de la soledad.

    Un abrazo.

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    1. No siempre es la soledad la causante, Emilio, pero sin dudas es muy frecuente que así sea. En cualquier caso sí que acabará estando solo.

      Un abrazo.

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  3. Un problema que causa auténticos dramas familiares y que además es muy difícil de curar......nunca entendí cómo se puede refugiar en el alcohol ante algún problema.Saludos cordiales

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    1. No se comprende, pero es que acaba siendo una enfermedad, como lo es el juego. Son dignos de compasión.

      Un abrazo, Charo.

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  4. Hola Francisco, vengo del blog de nuestra amiga María Jesús, he leído el bello poema que le dedicaste en el 2013, y han pasado unos cuantos años.
    Y veo que sigues por aquí y ademas con unas letras que deleitan.
    Un placer visitarte.
    Feliz noche y fin de semana.
    Un abrazo

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    1. ¡Qué deliciosa sorpresa, Carmen Silva! Con María Jesús me une una larga y estrecha amistad forjada a lo largo de los años. Aquí sigo, envejeciendo y resistiendo en esta forja de versos. Te agradezco mucho tu visita y tus delicadas palabras.

      Un abrazo.

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