20 diciembre 2018

CUANDO AMANECÍA




Cuando amanecía,
por aquella rendija misteriosa entre las tejas
entraba el primer rayito de luz
y se derramaba sobre mi cama
vistiéndola de amarillo;
si despertaba de madrugada
era la luna la que se colaba
regalando su color azulado
con el que me acurrucaba hasta volver a dormirme.

A veces llovía y había que desplazar la cama
y colocar una palangana
para recoger la abundancia del cielo;
pero esa faena solía hacerla mi madre
y casi siempre mi padre.

Cuando golpeaban las gotas sobre la porcelana,
un pequeño batallón de soldaditos de plomo
desfilaba en la oscuridad
a los sones del tambor;
la pena es que volvía a dormirme
y me perdía la marcial disciplina
mientras el tambor no dejaba de redoblar.

Por aquella rendija misteriosa
que mi padre no sabía taponar,
entraban luces, aguas, y sombras,
pero también se elevaban muchos misterios.

4 comentarios:

  1. Es tiempo de ternuras y añoranzas. Por edad y por la fecha en que ya estamos. Que pases una feliz Navidad rodeado del amor de todos los tuyos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Angalu, eso mismo te deseo: paz y amor. Que seamos tan valientes para perdonarnos los unos a los otros esas cosillas que no nos gustaron, pero que no podemos consentir que fragmenten a la familia.

      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Precioso, de lo más bonito que he leído. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias, Manuela, por el derroche de generosidad.

      Un abrazo.

      Eliminar