A la memoria de Felisa Pulido
Después de iniciadas las mermas
tomó un andador por cabalgadura,
se fue espaciando y se silenció.
En lo recóndito de su intimidad,
fue sombra de sí misma
y entregó su vida con docilidad
cuando le fue reclamada.
Así, sin el menor aspaviento,
nos vamos encuadrando
en el batallón del silencio,
sin despedidas ni alborozos:
mutismo hierático.
La cuestión es andar, aunque se con la ayuda del andador. La ventaja es que si te cansas, tienes un asiento siempre para sentarte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un recuerdo y un homenaje a quien se fue espaciando y haciéndose silencio, pero que dejó un gran recuerdo en ti, amigo mío.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, Francisco.