26 marzo 2016

MARÍA SANTÍSIMA EN SU SOLEDAD



He anudado mis ensueños a tu cintura,
Virgen purísima; he humedecido mi oración
con tus lágrimas derramadas;
me he anillado a tu meditación
en el árbol desnudo de la cruz,
para interiorizar,  ─como Tú─
cada misterio, para mí incomprendido.

En pos de ti, como fiel soleano, ovillado
como pámpano al sarmiento de tu Hijo,
donde la savia sabe sabrosa
con más intensidad que el acero
que perfora con fuego tu pecho.

Nada queda. Se han repartido sus ropas y
─antes de que todo estuviera cumplido─
te ha dejado a los desvelos de Juan,
en quien está la humanidad entera
y estoy yo mismo sin merecerlo.

De tus silentes labios, una encomienda:
Haced lo que Él os diga”,
Soledad, dame tu mano, condúcenos
al erial de la cruz  ─donde el Amor derramado─
para hacernos testigos del amor.

6 comentarios:

  1. Por una vez hemos coincidido en hablar de La Soledad, aunque en distintas vertientes.
    Algo es algo.

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    1. Me alegra coincidir contigo, aunque sea en aspectos paralelos de un mismo sentimiento.

      Besos.

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  2. Muy sentido tu poema. Saludos, Paco. Y que el tiempo te siga acompañando en estos días tan señalados.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Cayetano. Parece que tenemos mañanita de niebla y tarde de paseo. La temperatura un poco baja por la madrugada y de despojarse de casi todo al medio día.

      Un abrazo.

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  3. Una hermosa reflexión, al lado de Juan, el discípulo amado y la Soledad, madre de todos...Para llegar a la resurrección antes hemos de pasar por el "erial de la Cruz"y meditar el misterio incomprendido...Muy bello y profundo, Francisco.
    Feliz Pascua de Resurrección.
    Mi abrazo siempre.
    M.Jesús

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    1. Te ruego me perdones, María Jesús, por no haberte respondido en su momento. La Semana Santa es una alteración en los ritmos de vida y espero que lo comprendas.

      Un grandísimo abrazo.

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