23 agosto 2014

CAÑAS Y BARRO

Foto de Juan Ramón Galán


Caían chuzos de punta
como si el pantano celestial
se hubiera desbordado
y los fornidos muros
fueran flácida arena;
la tierra, ahíta de agua,
no podía beber más
y los arroyos justificaron
sus nombres resecos
arrollando cuanto encontraban al paso.

Cayó la noche
y el estrepitoso repiqueteo del agua
no callaba un instante.
Quizás no durmiera nadie
esa ronca madrugada;
no pude conciliar el sueño,
mas, en algún momento,
cesó la música celeste
y se empezaron a oír
los lamentos de los damnificados.

Como la misma vida,
que va a dar a la mar
y es el morir,
todo el estropicio acabó
en los salados brazos
de los dominios de Poseidón.

Tras la tormenta, todo era
desolación y recuento
de las desposesiones;
en la mar, el agua turbia
demacró su azul en barrizal
por la estruendosa agitación:
cañas y barro,
como quien hace borrón
y cuenta nueva.

Los hombres más osados
invaden los arroyos y ramblas,
pero la naturaleza tiene memoria
y, como los elefantes,
saben dónde encontrar su fin.

6 comentarios:

  1. " Tras la tormenta todo era desolación y recuerdo "...sé de las inundaciones, no por experiencia propia pero en las orillas de mi provincia siempre pasa. Hace muy poco nos azotó una muy grande. La gente sufre mucho, pierde todo , los lugares para contenerlos no dan a basto. y lo peor de todo es que todos los años se repite y vuelta a empezar.
    "la naturaleza tiene memoria"... ¡cuánta razón tienes .
    Apapachos.

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    1. Gracias por tu constancia, por no cansarte de mí. Cuando nadie acude, tal vez porque el poema no merece la pena, tú siempre estás y aprecias algo aprovechable.
      Apapachos.

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  2. Me han recordado tus versos aquello de "Que Dios perdona siempre, el hombre a veces y la naturaleza nunca" Contra ella nadie puede.
    Bss

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    1. Los dichos populares son el compendio de la sabiduría de siglos, por eso siempre dan en la diana. Es cierto, la naturaleza tiene buena memoria y aunque el hombre se atreva a construir en ramblas y arroyos, antes o después acaba exigiendo a las bravas lo suyo.
      Besos.

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  3. Más miedo me da el agua que el fuego.
    Un saludo.

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    1. Tienes razón, Cayetano. Parece que el fuego sea más exterminador, pero un cambio de viento, una lluvia oportuna, los medios técnicos acaban por extinguirlos, pero el agua no se arredra y termina haciendo lo que quiere de principio a fin.
      Un abrazo.

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