25 enero 2010

PROPIEDAD INTELECTUAL

Me pregunto qué hay de lícito en prestar los bienes intelectuales adquiridos. ¿Es o no factible prestar un libro, un disco o una película? El préstamo de un libro es una vieja práctica en la que hasta ahora sólo se corría el riesgo de perderlo para siempre, pero si acaso se extreman las medidas protectoras de la propiedad intelectual, no sé si además de la pérdida estaremos cometiendo un delito.

A lo largo del tiempo no siempre ha tenido la autoría la misma consideración; basta repasar un poco la historia y comprobar cómo la misma SGAE nace a finales del siglo XIX. Más atrás, incluso podemos ver el poco aprecio de los autores por sus obras, cuyo caso más señero lo encontramos en Luís de Góngora, quien ni siquiera se preocupó por publicarla.

La vida es camino, es evolución, y así como el mercado ha derribado las fronteras -aunque sigan siendo impermeables para las personas-, estamos viviendo un cambio muy radical que sin duda nos adentra en una nueva era. Si la historia del ordenador es bien reciente, más aún lo es la de Internet, la cual dará muy pronto nombre a esta nueva etapa de la vida, así como la aparición de la imprenta trajo de la mano al Renacimiento dejando detrás el aparente oscurantismo de la Edad Media.

Al parecer de la mayoría, la SGAE tiene un apetito recaudatorio insaciable. Pero ¿quién le pone puertas al campo? ¿Cómo y hasta qué punto es razonable impedir que los archivos existentes en un ordenador se intercambien entre usuarios sin mediar ánimo de lucro? Así como el ingeniero no cobra a los usuarios del puente que diseño, ni el arquitecto hace lo propio con sus edificios, la propiedad intelectual tendrá que devengar su pecunia por un procedimiento más acorde con los tiempos y no con ese desmedido afán de enriquecimiento que llega hasta 50 años después del fallecimiento del autor. Es tiempo de cambio y hay que evolucionar.

2 comentarios:

  1. No pude resistirme a este post, jejeje! dicen que quien se despide pocas ganas tiene de irse. Dios! hoy desarrollé una "Pacoespadamanía" súbita.
    Verdaderos maestros han sido tan desprendidos de su obra a través del tiempo y hoy se quiere cobrar hasta por respirar... Y claro, hay muchos que se enriquecen, con lo de ellos o con lo que se piratean de otros autores. Cada quien su conciencia... Mmm, es que no todos la tienen.
    Ahora sí, hasta pronto! Jajaja.Que tengas un feliz fin de semana!

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    1. Así es, Sara. Hay mucho listo suelto que hace versiones de obras de teatro clásico, ya sin derechos de autor, y se lo adjudican por versionarlo. Gracias por esa "Pacoespadamanía".
      Un beso.

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