Marbella, mil novecientos
cincuenta y seis:
examen de ingreso.
Una decena de abriles
y los padres a dos horas a pie
por una carretera casi intransitable,
que ascendía buscando
coronar, descender y llanear.
De tarde en tarde
el estruendo de un camión
que anunciaba su proximidad
fatigado de esfuerzo.
Así cada lunes al alba
y cada sábado al atardecer.
Un baño y ropa limpia,
y a seguir faenando
para alcanzar otra distancia
en la que vivir por siempre,
recordando el origen
como nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario