En julio, en la playa,
todos los días parecen iguales,
pero cuando al alba
salta un celeste destello
y las campanas le hacen coro
popular y populoso
a los sentimentales cánticos
de los madrugadores peregrinos
que, disciplinados, exaltan y encubran
a la Reina de los Mares,
el ocio vacacional es un aparte
en silenciosa espera.
Un denso perfume precede la formación
y una estrella de amor,
impregnada de fragancia,
ocupa la centralidad y motivación:
hoy amanece en Marbella
la más hermosa biznaga,
la más aromática y señorial,
la espuma salina bruñida de plata y nácar,
Reina de los cielos,
Madre amorosa de todos los mares.
Hoy es la Bajadilla, atrio marinero
del más bello y solemne templo,
los portadores
con el agua por la cintura
y sus gargantas conmovidas de emoción:
¡Salve, Reina de los Mares,
Bendita y Coronada Virgen del Carmen!
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