Amaneció. Una densa cortina de “taró”
pone su empeño en negar
la existencia del mar,
aunque la melodía salina
deja constancia de aquello
que no alcanza la mirada.
Amaneció opaco, pero en breve lucirá el sol.
A primeras horas son varios los caminantes,
pero no los cuerpos semidesnudos
con ansias de un tórrido bronceado.
y también a restos de vísceras
que excita a las gaviotas
de frenesí inusitado,
siempre alerta al hurto.
En los chiringuitos, un trajín
de diligentes proveedores
y una formación de lonas de sombras
y hamacas de colores ofrecen acogida.
Sobre la arena, huellas de tractores
que han filtrado las arenas de restos
de los descuidados y de los incalificables:
el respeto es desigual,
pero lo sufrimos todo indiscriminadamente.